En mi nueva casa hay televisión. Se me había olvidado lo que es tener una tele en el salón. Desde que me fuí a Francia y salvo contadas ocasiones he vivido sin tele. En mi último piso no la había y ni mi ex-compañera ni yo la necesitábamos para sobrevivir. Tuve la ocasión de comprobar cuánto hace este instrumento por la creación de un ambiente hogareño y la unidad familiar, porque sin tele yo apenas pisé por aquel salón. Gracias a la señal de internet del vecino y a la prensa impresa tampoco la he echado mucho de menos, pero cuando por fin acabé de mudarme, a las tantas de la madrugada de un sábado, la encendí.
Y quedé absorbido. Veía la teletienda como un esplendoroso espectáculo de circo. El telediario nocturno me pareció de una urgencia, gravedad e importancia que no recordaba, como si estuvieran anunciando (nunca mejor dicho) el solemne Fin del Mundo. Y en este primer zapeo después de tanto tiempo caí sobre una de esas emisiones que yo creía perdidas para siempre entre la mierda en la que pensaba que se habría convertido este medio desde que dejé de consumirlo: Coldplay en directo desde la BBC, la madre de toda televisión.
Fue una estupenda reconciliación.
24/9/08
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in my place |
16/9/08
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tempestad |
15/9/08
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dios salve a Serge Gainsbourg |
Estando de charleta el otro día con mi socio El Meister en el Borsalino, nos dio por poner unos discos de ese admirable crooner gabacho que es Serge Gainsbourg. Para los que no lo conozcan, y recuperando así el primer espíritu de difusión de la cultura, subcultura o contracultura gabacha que tenía este blog, Serge Gainsbourg es, entre otras cosas, un cantante y compositor de gran éxito en los sesenta y setenta. Pero sobre todo es un personaje admirable. Colega de Boris Vian, empieza comiendose los mocos en casinos de la costa azul y cabarets parisinos y luego haciendo jazz experimental, hasta que decide cambiar de estilo: "Voy a lanzarme al mercado comercial y a comprarme un Rolls". Su canción "Poupée De Cire, Poupée De Son" interpretada por France Gall gana Eurovision en 1965 y empiezan a lloverle las ofertas. Como cantante hay que reconocerle que tiene poquita voz pero desagradable, carencia que suple perfectamente haciéndose acompañar de las mayores cachondas de la época en sus interpretaciones. Posiblemente su tema más popular fue el sobadísimo "Je t'aime... moi non plus" cantado (o más bien gemido) a dúo con la que fue su pareja mediática y sentimental durante muchos años, Jane Birkin.
Si los resuellos de la Birkin no fueran suficientes, atentos a la letra (traducción literal): "Como la ola irresoluta voy y vengo entre tus caderas... Y me retengo". Por no hablar de otros temas como "69 Année Erotique" (también fue suerte, siendo ellos, vivir en ese año). En efecto, Gainsbourg, además de darle al alpiste y al fumeque de lo lindo, era un mujeriego desenfrenado como no ha habido otro. Estoy convencido de que buena parte de la fama que tienen los franceses de libertinos se la deben a este señor. Siendo el equivalente gabacho del Fary en cuestión de jeta, el tío se hizo a Brigitte Bardot, con la que grabó la primera versión original del tema anterior, y más adelante este otro hit nada desdeñable, posteriormente revisado por Herbert.
Vemos en la frase "seguramente es la sociedad la que definitivamente me ha echado a perder" que Gainsbourg es un noble defensor del pensamiento tradicionalmente social de la cultura gabacha que tanto bien ha hecho a la humanidad. No podía ser de otra manera. Este prohombre, que reposa en el cementerio de Montparnasse desde 1991 es, desde mi humilde punto de vista, un ejemplo de potorrismo para toda la humanidad. Ahora bien, si os fijáis, hay cierto paralelismo con otro ¿cantante? actual: una voz de mierda con la que ni siquiera se molesta en entonar, siempre rodeado de cachondas que son las que cantan en realidad, temática de letras picante (por no decir porno directamente)... ¿No os suena de nada?
En efecto, amigos. Günther no es otro que el heredero ideológico venido a menos de Gainsbourg. Quién lo iba a decir...
9/9/08
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el camino del hombre recto (IV). high noon |
Anteayer tuvo lugar el juicio contra el crío que me atracó hace un par de meses. Como no las tengo todas conmigo sobre si legalmente puedo contar lo que sucedió en la vista, me perderé la ocasión de escribir una muy buena entrada sobre el que ahora ya sé que es el peor trabajo del mundo: abogado de oficio. Pero, cuando ya pensaba que no habría nada más que poder publicar sobre este asunto, ayer me sucede lo siguiente.
Salgo de casa camino de un ensayo con The Royal Suite. Me detengo en el cajero a sacar dinero. Un tipo gordo, calvo y muy mal vestido, con pinta de tener más o menos mi edad pero muy mal llevada está delante de mí. Al verme esperando parece ponerse nervioso. Se tira un buen rato delante del monitor sin hacer nada.
-¿Vas a utilizar el cajero?- le pregunto, viendo que ya llego tarde.
-Sí, voy a utilizarlo.- Segundos después se da la vuelta y me dice
-¿Tú duermes bien por las noches?
-¿?¿Perdona?
-Que si duermes bien por las noches.
Su aspecto desmejorado, su actitud apocada y balbuceante y esta pregunta absurda me hacen pensar que quizá se trata de un deficiente mental y empiezo a sentirme un poco mal por haberle metido prisa. Le respondo.
-Sí, muy bien.
-Pues no sé cómo puedes dormir bien después de haber metido en la cárcel a un chaval de dieciocho años.- Y pasando apresurado a mi lado se alejó.
El sentido de alerta es algo absolutamente asombroso. Tiene vida propia dentro de nosotros. Sentí cómo lo más animal de mí descartaba a este individuo como una fuente de peligro. De repente dejó de existir. Me salieron unos ojos en la nuca. Evalué en segundos la actitud de las cerca de treinta personas en la plaza buscando una amenaza para descartarla. El universo parecía discurrir a cámara lenta. Me acerqué al cajero y saqué el dinero, con un chute mezcla de absoluta vigilia e intensa calma. Me dí la vuelta y seguí mi camino.
Desde entonces he tenido tiempo para pensar de todo: Casualidad, me siguieron tras el juicio, si quisieran hacerme algo ya me lo habrían hecho, no he debido dejarme este bigote y estas pintas tan reconocibles en una capital de provincias... Desde que el chaval de dieciocho años me atracó, Valladolid era para mí un poco más la jungla que antes. Un lugar en el que poner en practica someramente lo que aprendí en ese territorio (este sí) verdaderamente hostil que era mi barrio en Lille. Pero después de esto me sentí un poco Will Kane por cumplir lo que considero mi deber como ciudadano, lo cual no deja de tener cierto encanto. Lo más sorprendente es que ni mi vieja conocida ansiedad ni el miedo en sí han aparecido en ningún momento en escena. Solamente una extraña sensación, esa misma noche mientras me invitaban a una copa en un sitio muy elegante, de semialerta contínua que me ha hecho comprender por fin porqué los que viven con una espada de Damocles necesitan placeres más intensos, caros o sórdidos para relajarse y disfrutar de la vida: Porque sin esas cosas y en ese estado, la vida debe ser una puta mierda. Ostras con mortadela. No envidio a los mafiosos multimillonarios, os lo aseguro. Por si acaso, y para despistar más a mi demonio de la paranoia que a un enemigo real, anoche dormí en mi nuevo piso con mis nuevos compañeros.
Y dormí de puta madre, oye.
7/9/08
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mauvaise chance |
Iba a haberme casado esta semana. Pero no pudo ser.
Ce blog allait commencer avec un texte (perdu) sur toi. Je te dois au moins celui-ci. Et je pense que ça sera la dérnière chose si personnelle que je publie. Bonne chance, cabrona. J'espère que tu me pardonneras un jour.
3/9/08
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rock&wine (y VII) |
¡Adios amigas!
Nos vemos en los conciertos, gente