Hace años que vengo a esta biblioteca. Décadas, incluso. Me recuerdo de crío viniendo a buscar cómics de Tintín los viernes por la tarde después de clase, sin terminar de creerme que todos aquellos tomos estuvieran a mi disposición. En verano pasaba muchas tardes aquí buscando libros de "Elige tu propia aventura", siendo consciente, mientras la luz de aquel sol crepuscular se me quedaba grabada en el subconsciente como una llamada a lo que luego sería mi infancia, de que todavía me quedaba la vida entera, que contemplaba con esperanza y avidez. Sabía que si estaba allí metido leyendo era porque aún no había empezado a vivir de verdad, y que el futuro sería más intenso y emocionante de lo que jamás podría llegar a leer.
Algo de verdad ha habido en aquella idea, aunque junto con las emociones y la libertad de convertirme en un adulto también ha habido mucha mierda que tragar. Pero sigo viniendo aquí cuando necesito algo de esperanza en el futuro, emociones de mentira o vivir las vidas de otros. En ocasiones he estado lejos de esta biblioteca. He emigrado, como vosotros, y he vuelto. Ahora, mientras busco libros de relatos de Raymond Carver, sé que, probablemente, cuando apenas me quede futuro y esté cansado de emociones de mentira y vidas de otros, podré salir de casa, acercarme de un paseo hasta aquí y recordar todo aquello que siendo un crío esperaba de mi vida, a la luz de este sol crepuscular.
‘El torbellino Kant’, de Norbert Bilbeny
-
Es muy probable que todos —sea viendo un telefilme o escuchando un podcast,
en una cita rara o en una tarde tonta con amigos y bebidas espirituosas—
nos ha...
Hace 19 horas