7/8/15

eterno retorno


Este año he tenido la suerte de tocar en un buen montón de festivales que no conocía, y que probablemente no habría vivido si no fuera por esta gira en la que estoy embarcado. BIME, Actual, In-Somni, Palencia Sonora, Mat Mad, Ojeando, Fardelej, Fiestas del Túnel, Contempopránea, Palm Fest, Arenal Sound... Con más o menos medios, con mayor o menor impacto mediático y de público, todos ellos organizados con mucho amor e ilusión, me han proporcionado grandes momentos de vida que no se pueden pagar con dinero. He descubierto, en definitiva, que hay intensidad más allá del Sonorama. Pero como bien rezaba la promoción de hace un par de ediciones y que corona este texto, el momento del año que justifica esa interminable cuenta atrás que muchos de nosotros hacemos está a punto de llegar. Y vuelvo a estar tan entusiasmado como la primera vez que vine.

Puede que teniendo uno de sus mejores carteles la distribución de días y horarios no me parezca la más acertada. Puede que se haya caído mi cabeza de cartel (todo tenemos el nuestro). Que la previsión del tiempo dé probabilidades de lluvia y una mínima de 12º para el jueves. Puede que vuelva a tocar el día más duro del festival, el último, a la hora más desolada, la primera. No me importa en absoluto. Me siento agradecido de hacerlo, porque soy consciente de cuántos grupos anhelan con todas sus fuerzas esa gran oportunidad, y porque en realidad no hay cosa que más me guste que tocar al atardecer, salvo tocar al vermú. Aunque mis preferencias musicales me acercan más a festivales como el Canela Party, el Funtastic, el ARF, el Faan Fest o incluso el Resurrection, yo seguiré viniendo al Sonorama traigan a quién traigan. Vendría no ya como público, sino de voluntario a poner copas si no tuviera con qué pagar el abono. Que demonios, yo vendría al Sonorama aunque lo que lloviera fuera el plomo fundido que cae sobre Venus, porque nunca olvidaré que, antes de venir por pimera vez a tocar con The Royal Suite, yo era un ex músico de orquesta verbenera exiliado en Francia que no había asistido a un festival en su puta vida. Aquel año pude comprobar que el Sonorama es posible gracias a gente cuyo corazón y voluntad no son de este mundo, y que tener algo así en esta Castilla yerma y arisca es un jodido milagro. Lo único que lamento es haberlo descubierto tan tarde y no vivirlo desde la primera edición.

Me muero de envidia al pensar en aquellos que vendréis por primera vez este año. Y sé que vosotros también volveréis.

commentaires:

Vaya, me lo volví a perder.