1/5/08

navegar a remolque

Según la R.A.E.


rémora.
(Del lat. remŏra).
1. f. Pez teleósteo marino, del suborden de los Acantopterigios, de unos 40 cm de largo y de 7 a 9 en su mayor diámetro, fusiforme, de color ceniciento, con una aleta dorsal y otra ventral que nacen en la mitad del cuerpo y se prolongan hasta la cola, y encima de la cabeza un disco oval, formado por una serie de láminas cartilaginosas movibles, con el cual hace el vacío para adherirse fuertemente a los objetos flotantes. Los antiguos le atribuían la propiedad de detener las naves.
2. f. Cosa que detiene, embarga o suspende.


Eirini ha tomado varias fotos del último acto del colectivo rémora al que, como siempre, no he podido acudir y menos aún colaborar, a pesar de que soy miembro fundador (en teoría) y de que admiro profundamente a David Argüelles y su obra. Esta imagen es un aborto de foto de familia. Ha tomado muchas otras, pero ésta refleja mejor que ninguna mi situación en este proyecto: La silla a la izquierda es la mía, la de mi habitación, sobre la que me siento para escribir estas líneas. Ésa es mi actual función en rémora: un asiento vacio. Y muchas veces no es tanto por falta de tiempo como de fuerzas. Tengo la impresión de tener cientos de asuntos pendientes y de no estar resolviendo ninguno. No sé cómo voy a hacerlo, pero he de volver a dedicarle tiempo a Artículo 20, a los Silverbacks, a mis estudios de periodismo... Los únicos proyectos que parecen seguir todavía a flote son mi puesto de bajista en Royal Suite y mi entrevista a Pereza el 10 de mayo en Málaga.

Pero, por lo demás, hoy me he sentido la rémora de Rémora.

6 commentaires:

Qiuzá la respuesta sea así de sencilla:

Son las putas cinco de la mañana y aquí estoy, escribiendo un jodido post.

Desde luego que una silla vacia es mejor que no tener silla, pero sí se te echa en falta, sobre todo por tus ideas...No debería ser complicado conjugar las cosas que a uno le dan placer. No creo que lo sea. Y el primer paso es no agobiarse, dejar la pasividad y pasar a la acción. Gracias por esta entrada. Y este proyecto aún sigue en pie para ti, aunque no lo hayas puesto... C.

Te invito mañana por la mañana a desayunar.

¡Al toro, huevón!

Un abrazo

Dos teorías: la primera es que te has vuelto invisibles. Pero ahí sigues.

Segunda: no tienes 30 años. Tener 30 años es como el juego de las sillas. Poco a poco, a tu alrededor, todo el mundo va sentando la cabeza. Pero a ti te mola la música, y bailas y bailas y bailas, y continúas bailando.

Y cuando te das cuenta, ya es demasiado tarde: te has quedado sin silla.

Eso es tener 30 años.

Mel, el día 1 de Noviembre publicaré tu comentario como entrada en este blog. Espero que no te importe.

Desadme suerte chicos. En unas horas me espera identificar al cabroncete que me atracó
en una rueda de reconocimiento.

identifica a ese cabrón...

Mel es grande.

Claudia