20/1/07

Buffalo 66


Una película que dirige y protagoniza Vincent Gallo. Historia de perdedores y vidas miserables, la película ahonda en la enorme importancia que le damos a las apariencias. El personaje de Vincent acaba de salir de la cárcel y secuestra a una desconocida para presentarse en casa de sus padres bajo la farsa (patética) de ser un agente del gobierno con una vida ordenada y felizmente casado. A lo largo de la trama vemos los intentos de este pobre diablo de fingir una imagen que no encaja con su perfil para justificarse ante unos padres a los que no les importa una mierda y que aprecian más al rehén que a su propio hijo. La motivación del personaje de Vincent Gallo es hacer pagar su mala suerte a una figura mediática por estar muy lejanamente vinculado a ella. Tristísimo, y a la vez enternecedor. ¡No tiene desperdicio! En la película también interviene Cristina Ricci, y siempre me conmueve ver a Cristina Ricci en la pantalla tras abandonar el nido familiar de los Adams. Se me encoge el corazón cuando veo esos ojos tristones. Parece que detrás del personaje hay una chica de verdad, es una actriz con alma, lo que se agradece, acostumbrados como estamos a figurines que dan vida a personajes con más vida que los propios actores.

El caso es que la peli nos muestra de una forma bastante cachonda ciertos vicios sociales comunes en el mundo occidental y especialmente virulentos en los EEUU (por lo visto). En un momento se oye pedir a la pareja protagonista una mesa en un restaurante, a lo que el camarero pregunta “¿fumador o no fumador?” Y ellos responden “nos da igual”. Estupendo símbolo de lo políticamente correcto y de cómo nos camuflan las imposiciones de nuestro modo de vida bajo la apariencia de libre elección orientada a nuestra comodidad para el consumo. La pregunta no tiene como fin saber dónde quieren sentarse, sino a indicarles dónde deben hacerlo. ¡Claro que les da igual! No se nos pide esa información para mejorar nuestra situación, sino para colocarnos donde no molestemos. Y sin embargo la pregunta nos parece un gesto de cortesía y buen servicio. En otras esferas, nos dan por el culo y aún damos las gracias con total sinceridad. Ese “nos da igual” nos da la medida de nuestra ingenuidad ante las servidumbres de nuestros protocolos. Somos ingenuos y corteses. Echo de menos los tiempos en los que nuestra ingenuidad salía a la calle a montarla. Por lo menos era más divertido. Por cierto, soy no fumador. Bueno, ex fumador, nunca volveré a la pureza de no haber pecado jamás. Pues eso, son menos de dos horas de vuestra vida que no lamentaréis haber perdido, salvo que haya otra cosa mejor que hacer que ver una película, claro. Por cierto, la banda sonora es del propio Gallo. Aquí os dejo uno de los temas de la peli ¡Nos leemos!


3 commentaires:

Hola, me quedo con la recomendación, aunque me suena que la película es algo antigua.

Animo con lo de tu novia, piensa que ahora los dos sois como poetas, echándoos de menos y con mucho romanticismo.

bye

Soy nuevo en esto. Quiero decir que este es mi primer blog, y lo abrí a finales de Noviembre, así que aún desconozco muchos de los protocolos de cortesía (aunque luego reniegue de ellos en esta entrada) de este medio. Por ejemplo, me he dado cuenta de que resulta grato que contesten a tus comentarios en otros blogs, y yo no lo hago nunca con los vuestros (aunque paradójicamente sí pienso la respuesta) así que a partir de ahora procuraré responder a lo que comentéis. Disculpad mi torpeza.
Lynn, la verdad es que me quejo de vicio. ¡El miércoles vuelvo a Lille!

No he visto la peli, pero gracias por la recomendación. Ahora, voy a buscarla.
Me ha gustado lo que dices de la ingenuidad y de los vicios del egoísmo, la desidia y otros agujeros negros de nuestra sociedad. La actualidad es otro de ellos. Por eso me gusta que hables de algo ya un poco pasado. Sabes que no soporto la urgencia. También, por eso, creo que no es tan grave no dejar comentarios. No es una excusa porque yo tampoco los deje a menudo, es que prefiero no decir nada a contaminar el aire con estupideces, prefiero pensar las cosas dos o tres, o cuatro veces, primero. Ser observador es una cualidad que pocos tienen ahora. A causa de ello, todo el mundo se apresura a dar su opinión, como si esto significara decir cualquier cosa, como si quien no dijera algo estuviera condenado a la inexistencia. No hay más que echar un vistazo por ahí. Pero esto es falso y engañoso.
Sobre esa supuesta inexistencia hay una película preciosa que ví el otro día: "Nadie sabe", japonesa, que demuestra que en ese callar hay vida, tal vez difícil y, a veces, no deseable en esos términos, pero vida en ebullición.
Dale recuerdos a M. y besos para ti también.