“Un osado experimento sobre la paciencia del lector disfrazado de fantasía ilustrada alegremente coloreada [...]” Así se describe en su portada, de complicado diseño casi vanguardista, este fantástico trabajo de arte secuencial.
“Jimmy Corrigan” no es una lectura fácil. Una de las facetas más propias del cómic es que exige una mayor participación del lector, se le pide que ponga más de sí mismo y de su esfuerzo imaginativo para completar los huecos surgidos entre las viñetas. Esta obra, que originariamente se publicó como tira de prensa en el diario New City de Chicago, no sólo pone a prueba nuestra paciencia en numerosas ocasiones con sus largos silencios gráficos, sino que nos exige un enorme compromiso como lectores a la hora de llenar, con nuestras propias emociones y experiencias, unas viñetas desoladoramente asépticas, de colores y texturas planos, de espacios vacíos, de formas que parecen casi prediseñadas y dispuestas en forma de folleto explicativo de instrucciones. A cambio nos ofrece una impagable experiencia estética y emocional de una madurez asombrosa.
Con un importante componente autobiográfico, la obra de Chris Ware tiene dos cursos narrativos cruzados:
a) El primero de ellos discurre por uno de los episodios más significativos de la vida de su “alter ego”. Jimmy Corrigan, es un blando, anodino e inseguro miembro del sistema, una sociedad de soledades insondables, cuya atención es monopolizada por una madre hiperprotectora a la que no vemos en ningún momento. Recibe una carta de su padre, que huyó cuando Jimmy era niño, y más que decidir (cosa impensable en este personaje de impotentes silencios y debilidades) se deja llevar para encontrarse con él. Jimmy Corrigan asiste como mero espectador de su propia vida (y nosotros con él), y un episodio de tanto dramatismo como éste se convierte en una sucesión de sentimientos reprimidos e incapacidad emocional. Este hombre de treinta y seis años, genialmente caracterizado como un niño-viejo, inocente, mezquino a veces, da la impresión de ser realmente el hombre de su tiempo y su lugar, representando el aislamiento del hombre moderno, y sin embargo es también anacrónico en su modo de vida, emocionalmente dependiente de su madre. Pocos personajes, diciendo tan poco, son tan susceptibles de producir tal proceso de identificación en el lector. Éste experimenta momentos de infinita piedad, irritación ante la pasividad y percibe una atmósfera de indiferencia del entorno ante el dolor y la frustración de los personajes. Si el mundo actual es un lugar frío, duro y gris, esta obra es mundo en estado puro.
b) La otra línea argumental narra en primera persona la infancia del abuelo, James Reed Corrigan, con la construcción de la Exposición Mundial Colombina de Chicago de 1893 como telón de fondo. Esta otra historia describe con enorme dureza un drama infantil de gran complejidad en un mundo sin embargo menos proclive a la soledad, más bullicioso y humano. Aquí es la rabia el sentimiento dominante, perfectamente encauzada a través de los abusos y la educación al más puro estilo “jarabe de palo”.
En cualquiera de las dos hay momentos en los que la fina frontera entre el sueño y la vigilia, la fantasía y la realidad, se desvanece sin previo aviso y sin asidero para el lector. El mundo interior de los personajes invade de repente las viñetas sin cambio de trazo, de proporciones u otros recursos al uso. En estos momentos Jimmy vive en una granja con unos hermanos que le obligan a matar a su caballo, o tiene un encuentro sexual con su hermanastra tras una hecatombe nuclear. Lo más interesante de estas escenas (y de muchos otros aspectos del cómic en sí mismo) es que el autor no trata a sus lectores como imbéciles a los que haya que dar todo masticado, sino que les presupone una cierta inteligencia visual y narrativa a la hora de jugar con ellos y les lanza sin red a estas imaginaciones inventadas, aún a riesgo de que el hilo argumental se precipite y se quiebre. Nunca había leído un cómic que arriesgara tanto en este sentido, que apurara tanto su capacidad de agarrar al lector en el aire en ese salto entre viñetas del que nos habla
Scott McCloud.
En ciertos momentos el cómic juega con la página, convirtiéndola en soporte para recortables (con sus correspondientes instrucciones al dorso), complicados diagramas explicativos (que se corresponden muy bien con el estilo del dibujo) y apretadísimos folletos y formularios de contenido aparentemente superfluo y carente de cualquier interés literario (un panfleto turístico de Waukosha, un informe médico...) con una letra minúscula que agota la vista y la paciencia, como ya avisaba la presentación. No os dejéis engañar. Entre alguno de esos textos se esconden joyas del absurdo, como un examen psicotécnico para evaluar si somos capaces de leer un cómic (lo cual raya con la filosofía del arte) o entradas estilo diccionario que esconden una justificación del autor... ¡Y su nombre, que de otra manera casi no aparece por ninguna parte! Para ejemplo un botón. En su sueño durante el vuelo, Jimmy se ve a sí mismo como un robot que viaja en zepelin. En una de esas entradas de diccionario de la contraportada leemos:
Metáfora: f. Vestido muy ajustado, generalmente de latón, que cubre totalmente al que lo lleva y que le impide moverse libremente, expresar emociones y/o tener contacto social.
También aparecen verdaderos manifiestos del 9º arte cargados de amarga ironía. Transcribo literalmente de entre alguno de esos textos grises:
“Hay momentos [...] en los que se puede palpar el sentimiento de que lo que hacemos carece de valor. O puede que alguien nos haya hecho saber que después de todo no somos el compañero de por vida que creía que éramos y nos haya pedido que no volvamos a visitarlo ni a telefonearlo ni a compartir sus sábanas y que, por favor, pasemos a recoger lo antes posible las pertenencias personales que todavía no nos hemos llevado. [...] En tales momentos [...] muchos de nosotros buscaremos tal vez distracción o solaz en algún tipo de espectáculo. [...] El éxito de la empresa es atribuido a la calidad de la comedia o del serial televisivo, o de la golosina consumida. [...] Casi todos los que compren este libro, sin embargo, serán probablemente personas sexualmente seguras, atractivos ganadores para los cuales la pena es meramente una abstracción o, a lo sumo, una molestia tratable con medicamentos caros. Por eso esperan encontrar algo [...] que les divierta y a la vez les provea de un “aire” moderno, o que sea un matiz más de su “estar al día”. Y ciertamente han elegido bien, pues el medio del cómic no pretende expresar nunca nada más allá que los sentimientos más bajos y superficiales. Es más, este libro no tiene ni que leerse: debe únicamente exhibirse como símbolo de la exhuberancia juvenil de su propietario [...]”
Y atención a este otro:
“Por inclinación natural, los niños describen los acontecimientos corrientes en sus vidas mediante secuencias de imágenes [...] Con la arremetida de la escolarización temprana, los condicionamientos sociales y las circunstancias de clase, se ha dejado atrofiar esta habilidad congénita [...] Tan desafortunada situación cultural nos lleva a asociar un lenguaje potencialmente efectivo con cosas de juventud, como los deportes al aire libre, las carreras de ponis o los hombres musculados vestidos de colorines, con lo que se compromete gravemente la madurez del material disponible [...] Un abigarrado terreno [...] ha permanecido durante mucho tiempo por cultivar, y es tan sólo ahora, con el impulso de un incremento [...] imparable del analfabetismo y el consiguiente hundimiento de la inteligencia general del populacho, que se están sembrando las primeras semillas. [...] Así que me imagino que los dibujitos van a ser la única manera que tendremos de decir cosas en el futuro.” Para terminar, una genial contextualización arquitectónica a través de edificios emblemáticos de Chicago (la Sears Tower aparece en las primeras viñetas) y de los escenarios interiores (
axonométricos, imagen derecha) remata una obra redonda que será, con toda seguridad, un clásico del cómic americano dentro de unos años.
“Jimmy Corrigan, the smartest kid on earth”
Chris Ware. Pantheon Books, 2000
Edición en castellano de Planeta deAgostini, 2003
Enlaces:
http://www.randomhouse.com/pantheon/graphicnovels/corrigan.htmlhttp://books.guardian.co.uk/pictures/0,,602660,00.htmlhttp://www.lacarceldepapel.com/varios/jimmycorrigan.htm
7 commentaires:
17 de marzo de 2007, 4:46
Gran review, muy trabajado.
¿Ponemos Jimmy Corrigan o lo hacemos sin mayúsculas?
Salud.
19 de marzo de 2007, 0:13
Muy bien, guapo, me gusta mucho. Aún no he podido meterme en serio en el asunto. Este sería el artículo par la revista? En tal caso, me parecería mejor transformar el estilo personal, en primera persona, propio de un blog, en algo un poco más distante. No sé qué opinas...Creo que formatos diferentes requieren tonos diferentes. POr otra parte, el cómic me parece interesante. Tendrás que enseñármelo cuando vaya por ahí.
20 de marzo de 2007, 3:03
Desde luego, Jimmy Corrigan es mayúsculo, sin duda.
Sobre la revista he estado hablando con Almu y hay nuevas ideas. Ya te contaré...
20 de marzo de 2007, 4:39
Oye, qué buena pinta tiene este Jimmy Corrigan... En China no hay cómics... :( ¡Un abrazo!
20 de marzo de 2007, 15:00
Ay, amigo... ¡Pero los habrá! de Chris Ware están diciendo los medios especializados que es el James Joyce del cómic (yavestúquechorrada)
20 de marzo de 2007, 21:59
Salut !
Contente de voir que tu as aimé mon blog - et désolée de te répondre en français... (your French's perfect... and my Spanish sucks !)
Vous les espagnols vous avez la chance d'avoir accés à toute l'on oeuvre de Xaime, alors qu'il n'y a presque rien de lui traduit en français !!! : (
Pour les morceaux de musique que tu recherches, sois plus précis, peut être que je pourrais t'aider...
Et je compte sur toi si tu trouves des images inédites de Maggie and Co ! ; )
See U !
21 de marzo de 2007, 22:14
Merci beaucoup de ta réponse! Je laisserai dans ton blog les morceaux des lettres que je n'iddentifie pas, au cas tu les connaisses, c'est surtout ça qui m'interesse.
Par apport aux images, jai tout l'oeuvre complette (ou presque, avec los bros Hernandez on sait jamais)... en espagnol. Je peut t'envoyer tout ce que tu veules.
À bientôt!
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