25/3/07

Gajes del oficio

Hay a lo largo de la geografía española ciertos pueblos a los que los músicos tememos ir a desempeñar nuestro trabajo. Pueblos en los que tienen la tradición de dedicar uno de los días de las fiestas a lanzarnos cosas (cuando digo cosas quiero decir desde lechugas hasta piedras), de forma arbitraria, lo hagamos bien o mal. Pueblos en los que, les dejes o no, tienen que subir una cabra al escenario, porque es tradición. Y que no le pase nada al animal mientras lo dejan a tu cuidado. Pueblos en los que es costumbre que el más burro, borracho y patoso de la fiesta se suba a cantar la canción del verano (y a tirarte un cachi encima de los enchufes, de paso), y si les vienes con el cuento de que si les pasa algo estando en el escenario eres tu el responsable, encima te llevas unas hostias.

Hay uno de estos pueblos en la provincial de Ávila. Allí vive una especie de clan del que luego supe que hay muchas ramificaciones por toda Ávila (yo hablé años más tarde con uno de ellos en otro pueblo y parecía buena gente, nunca se sabe) que, según nos contaron, tiene acojonados a sus vecinos y se dedica activamente a reventar las verbenas de todos los pueblos de los alrededores y, pasivamente, a reventar las del suyo, porque cuando les pilla borrachos arramblan con lo que sea donde sea. Lo que paso a contaros ocurre en mi tercer y último año en aquella orquesta. De hecho, aquella fue mi última actuación con ellos.

Ya habíamos tocado allí el año anterior. En aquella ocasión se limitaron a subir a tope el volumen del equipo varias veces durante los descansos, aprovechando nuestra ausencia, arriesgándolo a una importante avería que, lógicamente, costearíamos nosotros.
Durante toda la actuación estuvimos soportando que nos tiraran los cubitos de hielo al escenario, nos amenazaran con darnos una paliza si no tocábamos hasta las siete de la mañana (nuestro contrato decía hasta las tres)... Lo normal. Lidiar con estas cosas se convierte en el pan de cada día en este trabajo. Pero al terminar la actuación cogieron a uno de los cantantes y lo tiraron al pilón, costumbre muy extendida que en ocasiones tiene su gracia (yo mismo ayudé a tirar al pilón a mi ex, la cantante, en un pueblo de Segovia) pero que ha de contar con la colaboración de la víctima, de lo contrario y a mala hostia la broma puede acabar en el hospital. Como el cantante no parecía de muy buen humor al salir del agua, la cosa fue a mayores y le dieron una buena tunda. Cuando el resto de los compañeros presentes se metieron a separar acabaron recibiendo lo suyo, con tan mala suerte que al saxofonista, de cuarenta y tantos y un caballero de los que ya no quedan, le sujetaron entre varios y le partieron el esternón de un sólo golpe. Digo recibieron porque yo estaba tomándome una copa con el batería y fuimos los únicos que no nos enteramos de nada. ¡Nunca me he tomado una copa tan saludable! Cuando volvimos a la plaza nos la encontramos desierta y a todos nuestros compañeros despanzurrados por el suelo.

La Guardia Civil tardó más de hora y media en llegar y se limitó a decir que sin haber estado ellos presentes en el suceso no se podía hacer nada.
- Seguramente hayan sido los del clan en cuestión, ya les conocemos por aquí, pero no hay manera de demostrarlo, así que...
Tampoco se quedaron para escoltarnos hasta salir del pueblo, dado que el peligro había pasado. Vinieron, vieron y se fueron. El caso es que cuando por fin un chaval se atrevió a identificar a los agresores los adultos se le echaron encima. Yo incluso oí decir a una anciana lo siguiente:
- ¡No digas nada, no hables con ellos! ¿No ves que los otros son del pueblo?
Alucinante. ¿Qué cojones hacía esa señora levantada a esas horas?

El saxofonista empeoraba por momentos, y por la mañana tuvimos que llevarle a urgencias, a Ávila capital. El médico de guardia dijo que el esternón había perforado un pulmón, y que si hubiésemos tardado un par de horas más, o en vez de caer de espaldas hubiese caído de frente, el saxofonista habría muerto con toda seguridad. Lo más alucinante era que él no hacía más que insistir en que nos fuéramos, que seguro que estábamos cansadísimos. ¡Qué tío! Con un parte médico de lesiones la denuncia se hizo automáticamente, quisiéramos o no. La policía nacional tomó cartas en el asunto en cuanto se informó de la implicación del clan en el suceso. Por lo visto nadie de la provincia se atreve a denunciarles por miedo a las represalias, así que nuestro informe médico era la gran ocasión de pillarles. Mis compañeros aseguraron que, en sentido figurado, el inspector se frotaba las manos. Aquello parecía una puta película del oeste.

A partir de aquí la orquesta se dividió: unos acompañamos al saxofonista de vuelta a casa con la ambulancia y otros volvieron al pueblo a identificar a los implicados. Por lo visto sacaron de la cama al responsable del golpe a las 10 a.m. El angelito resultó tener diecinueve años escasos. Su padre, importante ganadero de la zona, forradísimo (por lo que supimos más tarde), no hacía más que repetir:
- ¡Él no ha hecho nada, han sido esos con los que va, que siempre le meten en líos!- así que no era la primera vez.

Damos un salto de varios meses en el tiempo. Después de vete a saber cuantos años de impunidad en la región, la policía por fin consigue llevar ante la justicia a uno de estos caciques contemporáneos. Al chaval se le acusa de homicidio fallido (o en grado de tentativa, no recuerdo exáctamente la imputación), y tras miles de vueltas legales no va a la cárcel. Un año después nos enteramos de que el niñato, viniendo borracho de las fiestas de otro pueblo, se ha pegado la hostia con el coche y está en coma. Esto último es ya una leyenda urbana (rural en este caso), pero me gusta pensar que hay algo de justicia poética en todo este asunto. Ya véis, qué misterios tienen los hados, quizá el ir a la cárcel le hubiera salvado la vida.

10 commentaires:

Bueno, reconozco que he estado en Solosancho...pero no el pueblo eh, sino en el castro vetton que tiene encima...Si vuelvo a subir y a pasar por el pueblo, me pararé a ver la escena del crimen.

A lo mejor un día te vi hasta actuar, pero yo soy pacífica, y mi pueblo también, con salvados arrebatos de ira en el fútbol de esos que todos sufren. Pero yo no porque esas cosas del fútbol me dejan fría, no hay pasión, ahí soy una frígida, cómo va la búsqueda?

segunda vez en el día que digo esto pero es la verdad: la ley del karma.

Todo lo que das lo recibes antes o después.

Txutxi: andaba un poco harto de ir a tu blog desde los comentarios, así que te he incluido en los enlaces, me imagino que ahora nos veremos más.

Lynn: he de reconocer que hace tiempo que no me paso a verte, ¡mis disculpas! La búsqueda ha sido en vano. Sigo en la pizzería (lo que me da de comer) pero en este país ya no se me ha perdido nada, así que me voy a Francia. Será el tema de la próxima entrada.

Ohdiosa: si, he leído tu primer comentario de hoy sobre el karma. Con respecto a tu noche rara ¿no será algo de eso también? De todas formas anda todo (y cuando digo todo es TODO) muy revolucionado ultimamente. Será el cambio climático, digo yo.

Francia... deja de darme envidia.

Historias de esos maravillosos pueblos de la geografía española, que típico... Como los aborigenes del lugar ya estan hartos de abrirse ellos mismos la cabeza durante fiestas y fiestas, pues terminan buscando las vueltas a los musicos, que normalmente somos unos escaqueaos, (logico, ya que es el pueblo contra ti!) pero como el jefe de orquesta suele ser un gallito en celo, pues muchas vienen por ahi... HIJOSPUTAS! Jajaja, en mi caso yo cambiaria el tag...
yo fui una mierda (que tocaba en una orquesta). Kisses franchuten.

¡Hostia Hermo! ¡Ya te digo! Tu de esas tambien tendrás una jartá, escribe alguna en tu blog, que nos meamos de risa... ¡En la jeta del chatillo!

Pour ta liste de morceaux cités par Jaime, cette adresse pourra peut être t'intéresser :
http://robertwboyd.blogspot.com/2006_09_01_robertwboyd_archive.html

Merci bien gally!

Aunque el suceso es lamentable, yo creo que exageras un poco con eso de los chivos y demás. Yo veraneo todos los años allí y JAMÁS he visto nada extraño... salvo lo de aquel verano del 2002, y no fue un grupo organizado como dices, sino 3 ó 4 niñatos, alguno de ellos incluso de Madrid que veranea también en Solosancho. De todas formas, pasaros por esta zona porque es preciosa: Sierra de la Paramera, Castro de Ulaca, Castillos de Villaviciosa y Manqueospese...