30/6/08

the crew

Que sesenta y dos grupos se pusieran de acuerdo en esta ciudad para tocar juntos en la calle. Que todos los colectivos que tienen algo que aportar a la música de esta ciudad arrimasen el hombro. Que veinticuatro voluntarios decidieran dedicarnos su sábado. Las cerca de ochenta llamadas sólo en mi teléfono ese día. No parar de correr de un lado a otro del centro con la mochila de las herramientas y los cables al hombro. Negociar con el bedel del palacio de Santa Cruz no mover el escenario a cambio de posponer media hora la programación. Sonorizar a un grupo de gothic metal a la puerta de una iglesia mientras salen los novios que eligieron casarse el día que celebramos la Fiesta de la Música. Quitarte la acreditación y apagar el móvil a las cuatro de la tarde para colgarte la guitarra y tocar con Los Silverbacks en plena plaza de Fuente Dorada. Que al segundo tema se ponga a llover y decidamos seguir tocando, bajo viento y lluvia, y que el resultado escénico fuera tan apocalíptico como un puto video de los Monster Magnet.






La sensación de que Valladolid se convirtió en un escenario gigantesco por el que moverte llevando amplificadores y enchufando cacharros. Que los voluntarios ya tuviesen solucionadas la mitad de las contingencias cuando uno llegaba allí a ver que cojones pasaba, incluyendo conseguir, de no se sabe bien dónde, sombrillas para que los músicos no muriesen de insolación. Ver en el mismo espacio a un grupo de percusión africana mientras una orquesta de cámara espera su turno, perfectamente alineada. Atender a las televisiones y aconsejarles espacios vistosos para que graben recursos. Conseguir un equipo de sonido sobre la marcha para San Martín (donde ya estaba la batería de Enthusiastic). Que los de One Love lo tuvieran todo tan milimétricamente organizado en la Plaza de la Universidad sin apenas intervención por nuestra parte. No tener ni cinco minutos desocupados hasta las 19h. Ver por fin un concierto entero a las 20h y que sean The Panteras, que con sólo tres ensayos hacían música surf que te cagas, en la plaza Wattenberg.




El reportaje de Carreño. Las fotos de Bea a Los Silverbacks en el Día de Valladolid al día siguiente. Que la gente nos parase por la calle a gritarnos “¡Esto es la hostia tíos. Parece Berlín (o Lille)!”. Que todo el mundo se contagiase de nuestra ilusión y fe en este proyecto y que, a pesar del escaso público a las horas de más solana, todo saliera finalmente tan cojonudamente engrasado. Que todas las instituciones y medios estuvieran tan favorablemente sorprendidos y aparecer en éstos últimos durante semanas, antes y después del evento, salvo en El Norte de Castilla, ya por costumbre, que publicó una ridícula pieza que parecía hecha a mala hostia, hablando de la festividad sin siquiera citar por ninguna parte un evento financiado y apoyado por el ayuntamiento y que ocupó siete plazas emblemáticas del centro a la vista de miles de personas (no sabemos con certeza que hemos hecho para merecernos este ostracismo, aunque yo tengo una ligera idea; sinceramente, nos la suda). Que profesionales que llevan en esto de la producción de eventos muchos años y al principio tuvieran seria dudas, tildaran la jornada de “hazaña sin precedentes”. Haber abierto brecha y que todo el mundo dé por hecho que el año que viene repetimos. Y esta es sólo la versión de uno de los que menos ha pringado en esta historia. Cada miembro de Rémora os podrá contar una mucho más intensa, en especial Carlos y Lara, que al día siguiente decidieron recluirse en un monasterio durante unos días.

Nunca me he sentido tan cansado y tan contento a la vez en mi vida. No sabéis lo que os perdisteis.

3 commentaires:

En efecto, perdí el cordón de la correa de mi guitarra y el que véis en el video, colgando del clavijero, es el de una de mis zapatillas.

Pues sí, todo eso y más...Gracias por tu agradecimiento. Gracias desde mi refugio entre leonas...¡pásate a ver esto que estoy haciendo!
Carlos

Gracias a vosotros por organizar algo asi!

Y no sabes como siento habermelo perdido. :(

Un abrazo Alex!