8/7/08

el irlandés


Hace unas semanas me encontré por casualidad con un antiguo amigo del instituto, Niko, que ahora vive en Benidorm.
-¿Qué tal te va?
-Últimamente no hago más que brillar.
- Yo al revés. Lo mejor pasó y ahora todo es cuesta abajo.
Y frases por el estilo. Nos dimos cita al día siguiente en otro de los locales míticos de esta ciudad: el Irlandés. Hacía muchos años que no volvía por allí. A diferencia del Cafetín, este local no está en una concurrida plaza del centro, a la vista de todos. Éste es un lugar para iniciados locales, un secreto bien guardado que, pese a su nombre, no es el típico sucedáneo de bar “celta” forrado de madera con un letrero a la puerta en el que ponga “William Wallace” bajo una foto de la jeta de Mel Gibson, en el que dentro suene de hilo musical pop español. Nada de ese tipo de mierdas. Es el típico tugurio pequeño, humilde y abigarrado que podrías encontrarte en un pueblo de la costa bretona donde, al igual que sucede con los distintos tipos de queso en Francia, sirven más especialidades de cerveza que días hay en un año. Algo realmente inconcebible teniendo en cuenta que el garito es poco más que un pasillo minúsculo, una barra y un baño al fondo. El regente es un tipo bastante especial, rubio, gafas lennon, de unos cuarenta, que fuma en pipa y podría formar parte del elenco de personajes valleinclanescos que frecuentan el Cafetín si no fuera porque su desbordante personalidad precisa de un bar propio. Como camarero fue siempre mi ejemplo a seguir.
-¿Me pones una Chimay Azul?
-¡Concedido!- Y respuestas similares son habituales. Allí probé mi primera Cuvée de l’Hermitage, mientras este tipo nos explicaba que, si la dejabas reposar toda una noche en la copa, al día siguiente la espuma se mantenía tan densa que podías sujetar sobre ella una moneda de cinco duros sin que se hundiera. Un fulano capaz de pinchar un barril y decirte “Está un poco verde. Mañana estará en su punto”, retirarlo y pinchar el siguiente. Sabiendo de su pasión cervecera, aquel día con Niko di por hecho que había Tripel Karmeliet, la cerveza que yo bebía en Lille, y pedí una. Un fantástico brebaje del que ya os he hablado, que en el norte de Francia es tan popular como aquí el cubata o el gintonic. Una jodida ambrosía belga rubia de tres granos (cebada, trigo y avena) con matices dulces de regaliz que nunca empalaga, a pesar de su potente aroma y sus ocho gradazos. La Karmeliet bien tirada es posiblemente una de las cosas que más eche de menos de mi periplo gabacho. Conocí a muchos que, no soportando la cerveza, ésta la bebían como agua. Aquí en Valladolid hay un par de bares (Durandal, Maeloc, Rock Star...) que la sirven en formato botellín de tercio. Cual no sería mi sorpresa cuando el camarero me pregunta
-¿Cuánta te pongo? ¿Media pinta?- Se acerca al tirador con la copa... ¡Y me la sirve DE BARRIL! Imposible. No puede ser rentable que se la traigan desde allí.
-El primer grifo de Karmeliet en España... y el único hasta hace un par de años.
Ni que decir tiene que ahora, cuando salgo de trabajar, me paso por allí con la esperanza de pillarlo aún abierto. Hoy ha habido suerte y he podido tirarme cuarenta y cinco minutazos de puro éxtasis, yo solo, con mi media pinta, releyendo Persépolis mientras el camarero y los tres o cuatro parroquianos que quedaban veían una peli de vampiros, creando un ambiente en el que, reconozcámoslo, muchos se habrían sentido incómodos, mientras que, por alguna extraña razón, yo me he sentido como en casa. El camino de vuelta a mi piso ha sido de esos en los que concluyes que, a pesar de todo, el balance general de la vida es positivo.

9 commentaires:

¿Dónde andáis ultimamente? ¡Cómo se nota que leeis blogs desde el trabajo y estáis de vacaciones!

Jajaja...Oye, eso digo yo, léeme hasta el final aunque mi texto sea un coñazo.

Menudo diálogo más profundo el que mantuviste con tu amigo Niko...Chimay está buena. Persépolis es alucinante. Me encanta.

La subcampeona...

Que buen post!!

A ver cuando me invitas a tomar una de esas! Un abrazo.

Por cierto, gestioname la bateria de vuelta, anda

A mí me ha parecido un escenario acogedor.
Oyesss, yo viví en Austria unos años y allí bebía una cerveza deliciosa que era puro regaliz. Recuerdo el nombre mejor que mis apellidos: Ottakringer Dunkel. Qué cosa más rica, me has hecho recordarla...

¡Que bueno El Irlandés! y ¡Que personaje más bueno el camarero!
Hace siglos que no pongo los pies por alli. La próxima vez que vaya a Pucela me paso seguro (si lo pillo abierto...)

Me han entrado unas ganas locas de tomarme una Maudite (que es mi birra preferida)

Salut!

Que maravilla el irlandes!

Yo me acuerdo el dia que reto a los parroquianos a adivinar la canción que sonaba de fondo (rock progresivo del raro). El que la conociera, ganaría una pinta.

Ni Perry, la adivinó ;-)

Me ha gustado mucho como has escrito esto, en particular. Me ha dado una sensación de ser algo acogedor y mágico... me ha encantado, en serio.

es cojonudo el irlandes!!!!

Eres un tipo grande, llevaba meses fuera de la red y ahora me estoy releyendo todos los posts perdidos.. y no puedo parar!