16/9/08

tempestad


Llevo una temporada leyendo por fin de un tirón el Sandman de Gaiman. He leído el final de esta piedra de Rosetta del cómic, la última historia de nueve años de historias, durante la primera noche en mi nueva habitación, aún desangelada con los todos trastos de la mudanza cubriendo el suelo, en una cama ajena y a la luz de una lámpara improvisada. Cuenta el encuentro entre Shakespeare y Morfeo, cuando el Señor del Sueño viene a recoger el segundo encargo que hizo años atrás al Dramaturgo, y a llevarse la inspiración que le ofreció como pago. El primero había sido "Sueño de Una Noche de Verano". Pero en esta ocasión lo que el tejedor de sueños no puede tejer por sí mismo es "La Tempestad". Lo que nos interesa de su argumento es que habla de "un rey que ahoga sus libros, rompe su báculo y deja su reino. Sobre un mago que se hace hombre. Un hombre que rechaza la magia." De liberarnos de nuestras ataduras, en definitiva. O quizá de sacrificar la magia en los finales para obtener el perdón, pensé yo. Shakespeare, que transgredía y renovaba conjugando lo sobrenatural y pagano con lo miserable y cristiano (como Gaiman) hizo de esta su última obra la única con estructura clásica. Su personaje, Próspero, abandona la intuición para abrazar la fe.

Me acordé mucho de mi amigo Miguel Chinótopo (al que la censura china le ha cerrado el blog por enésima vez) leyendo esta historia. Fué él quién me hablo de The Sandman por primera vez. Él, que vendió sus propios ejemplares de éste cómic precisamente para entregarse a una atadura. Me acordé tanto de él que pensé que quizá la mía fuera precisamente el atesorar cómics como objetos, no solo como momentos de buena lectura, teniendo que acarrear luego con ellos en cada pesada mudanza escaleras arriba, como un Sísifo gafapasta, y se me llegó a pasar por la cabeza que quizá sería justo que le regalara mi colección. Y justo antes de dormirme me acordé de que en el rellano de mi nueva casa alguién se había dejado al lado de las bicicletas, mientras yo subía cajas al primero, un cartel de una compañía de teatro anunciando su representación de adivinad qué obra de Shakespeare. Sé que esta coincidencia tiene algún tipo de significado. No puedo asegurar cual.

El cartel seguía hoy aquí debajo.

3 commentaires:

"Liberadme de mis lazos con la ayuda de vuestros aplausos"

¡Aaaaah, Sandman! No te preocupes por mí, estoy recuperando la colección poco a poco, en cada visita a España. ¿Qué tiene ese cómic que hace que me crea todo lo que cuenta? Gaiman es uno de los grandes escritores de la segunda mitad del siglo XX.
Por cierto, ya tengo blog nuevo, totalmente libre –Taiwán es un estado democrático–. Podrás encontrarlo en http://islaformosa.wordpress.com

¡Abrazos, amigo!
Chinótopo

Un abrazo, amigo! Tú si que vales!