3/7/09

un deber ciudadano

Cuanto más complejo es un sistema más difícil es controlarlo. Cuanto mayor es el control ejercido sobre ese sistema menor es el elemento necesario para desestabilizarlo. Estas dos premisas, que explican la situación de (todavía) inexplicable libertad que vive Internet, han tenido una manifestación política en las recientes elecciones al Parlamento Europeo. Según recogen varios medios, el Partido Pirata sueco (con su correspondiente réplica en España) se ha convertido en la quinta fuerza política del país escandinavo y ha sido la opción más votada entre los menores de treinta años.

El Partido Pirata aboga por una reforma de la ley de propiedad intelectual y un refuerzo de la protección de la intimidad y la democracia directa. Nada más. El paralelismo con los partidos verdes es evidente. En contraposición a los grandes partidos, que se ven capaces de y pretenden abarcar todos los aspectos de la vida de los ciudadanos, fracasando estrepitosamente, los pequeños partidos tienen una sola idea, pero muy clara, con la que llegan a conectar mucho mejor con sus potenciales votantes. Ya sea la liberalización de la marihuana, el aborto, la despenalización de la pederastia, la defensa del concepto decimonónico de familia o la abolición de las corridas de toros, los pequeños partidos concretan las propuestas que los grandes no pueden asumir sin contravenir sus compromisos, morales en ocasiones, con las corporaciones privadas que les sustentan económicamente la mayor parte de las veces, alejándose así cada vez más de los votantes. Sólo un adecuado bombardeo mediático (financiado por esas mismas corporaciones) centrado en el ataque al partido antagonista mantiene a la ciudadanía de un lado u otro de la línea, haciéndonos olvidar que en realidad esa línea no la trazamos nosotros. Más aún, que ni siquiera hay línea.

La actual Ley de Partidos favorece esta situación bipolar. Pero imaginemos por un momento un Parlamento en el que para derogar o aprobar una ley tuviesen que ponerse de acuerdo treinta partidos distintos. Un Parlamento cuya multiplicidad representara realmente al conjunto de la sociedad. Una sociedad cuyos individuos votasen en función de qué problemas les acuciaran más directamente en esa legislatura (aquellos problemas sobre los que, según la teoría de la Agenda Setting, los ciudadanos buscan información por sí mismos y no en los mass media) en vez de votar al de siempre. Sería un sistema realmente complejo de gestionar. Y por lo tanto imposible de controlar a corto plazo por las corporaciones.

Que la política se ha convertido en un juego público entre conglomerados empresariales, completa y deliberadamente incomprensible y ajeno a los ciudadanos es un hecho sabido. Pero esto ya no es un problema para la ciudadanía. Es un problema para los políticos. Tengo la esperanza de que los principios de la globalización bien entendida (piensa global, actúa local) afecten a la organización del Estado, haciéndonos herederos de la estructura organizativa corpuscular de Al Qaeda (obviando su repulsiva actividad e ideario): Un mismo objetivo, diferentes grupos independientes trabajando autónomamente para lograrlo.

Y así no habrá quién nos dé caza.

8 commentaires:

Que me traigan un cóctel molotov!

que sea doble por favor!
interesante blog..seguiré merodeando por vuetros parajes...

Interesante post! un abrazo

Guerra de guerrillas.
Piensa globalmente, actúa locamente.

Encantado de teneros por aquí. Con un poco de suerte este post estará en la lista negra de la CIA por citar al famoso contubernio islámico terrorista.

Acaban de descubrir el gen que está en el origen de los recuerdos falsos. No sé si los sueños tb entran.

Besos estivales.

Claudia

"Tengo la esperanza..."
hombre, todavia con ilusion politica
lo felicito.
Sera en suecia o españa (mmm lo dudo)
aqui, o en italia,
ganan los fachoberluscos de turno.

Tiempo al tiempo, did... Si no la gente volverá a salir con antorchas a la calle, solo que esta vez no se quemaran iglesias, sino bancos.