5/9/09

una solución a la crisis

A menudo olvidamos que los términos que usamos diariamente tienen connotaciones de las que carecían en origen. Actualmente ‘crisis’ es sinónimo de miedo o desastre, cuando en realidad los griegos utilizaban esta palabra para referirse al ‘cambio’.

El verdadero problema para superar la actual crisis económica es que los organismos encargados de ello no conciben ese cambio necesario de estructuras ni, desde luego, se plantean la posibilidad de una renovación del pensamiento más profunda, todo lo más se esfuerzan en parchear un modelo obsoleto para ganar algo de tiempo con la esperanza de que el consumo se reactive. Resulta evidente que otra solución pasaría por un natural relevo de las élites económicas que pretende evitarse a toda costa, perpetuando así la posición de los actuales dirigentes fácticos de la oligarquía maquillada de democracia en la que vivimos.

Aún aceptando la posibilidad de un mantenimiento de la estructura económica basada en el capital, las soluciones van a pasar por un cambio de mentalidad bastante indigesto para estos oligarcas. Una opción lógica sería el reflote de las actuales fuentes de economía sumergida. Si asumimos que el consumo es el motor natural del sistema, encontramos fácilmente un mercado masivo y consolidado que sería capaz de generar una gran riqueza añadida si se regularizara. Estoy hablando del sector de ciertas drogas actualmente ilegales.

Sin entrar en consideraciones sobre sus efectos nocivos para la salud en comparación con el tabaco y el alcohol, dos de los bienes de consumo que, por otra parte, menos afectados se han visto por el descenso del poder adquisitivo de las familias incluso a pesar de los recientes gravámenes a los que se les ha sometido, pensemos por un momento en lo que supondría para la economía de un país la creación de un sector agrícola del cáñamo para consumo alimentario, los puestos de trabajo que generaría una industria de tratamiento y elaboración de productos derivados, su distribución y comercialización, por no hablar de los ingresos para el estado a través de los impuestos sobre estos productos que, seamos sinceros, llevan años comercializándose de forma masiva sin que el conjunto de la sociedad se beneficie del efecto que un intercambio económico de esta magnitud produce y creando, además, el pernicioso efecto secundario de la criminalidad derivada del narcotráfico sin supervisión sanitaria ni legal. Una situación regularizada de este mercado ya existente, bajo un estricto control público en estos dos aspectos como el que ya se aplica en otros países o, en el nuestro, a las drogas legales, supondría un paso de gigante en la asunción de nuestras verdaderas motivaciones de consumo como sociedad, pero podría poner en peligro la posición de control que ejercen actualmente sobre el mercado los intermediarios del resto de productos de consumo alimentario, que se verían incapaces de hacerse con el control de este nuevo sector, precisamente por no ser nuevo en absoluto en realidad y estar controlado desde hace tiempo por pequeños y medianos productores y distribuidores con una fuerte cohesión al margen de una legalidad que fomenta y beneficia a las grandes corporaciones alimentarias.

Claro que, para llegar a ese punto, primero habría que resolver ciertas contradicciones, como por ejemplo que a día de hoy la situación legal del cultivo de planta de cáñamo es similar a la del tabaco. Esta situación y la total imposibilidad en la práctica de una concesión para comercializar la producción local favorece que el control del mercado de tabaco este en manos de los actuales propietarios de los medios para importarlo o cultivarlo y tratarlo en el extranjero. Es decir, favorece un monopolio de la multinacional.

No nos engañemos. La negativa de los gobiernos a legalizar el consumo de los productos derivados del cáñamo no tiene motivos sanitarios o morales sino puramente políticos, aún siendo conscientes de sus beneficios económicos. Beneficios que, incluso en las actuales condiciones tan proclives (por fin) al cambio, se empeñan en negarnos como solución.

4 commentaires:

Y que conste que esto es una defensa teórica en la que yo no tengo ningún interés como consumidor. A mí el THC me sienta fatal y no fumo.

Caracteres chinos para la palabra crisis: peligro + oportunidad.

y por que solo el cañamo?
no pueden regularizar los pequeños o no tanto labs?
impuestos, control del estado en la fabricacion,
expendio controlado pero no ilegal...
ay falta mucho y no creo q lo veamos...

Bueno, el cáñamo es un ejemplo y el primer paso. Es complicado plantear despenalizar la heroina (a pesar de haber opiáceos farmacéuticos como la vicodina).