el peso del talento

Esta es la última entrada de este blog.

He disfrutado mucho escribiendo vuestras notas de prensa. Las hojas de promo de vuestras bandas. Los prólogos de vuestros libros. Las presentaciones de vuestras exposiciones. Vuestras cartas de motivación o vuestros (a veces) artículos y entrevistas. También este blog.

Pero sólo han sido las prácticas. Creo que veinticinco años de ser becario son suficientes. Y de la misma manera que, cuando luego he acudido a vosotros, me habéis cobrado por vuestro trabajo como es justo y natural, yo llevo ya algún tiempo haciéndolo por el mío. Los que me contáis entre vuestros contactos por redes sociales y a través de esta moribunda plataforma que es blogspot habréis notado mi ausencia desde hace algún tiempo. Se debe a que, sencillamente, me he cansado de regalar contenidos. Vivimos en un mundo en el que el valor de las cosas se mide por su precio. Es, por tanto, un mundo en el que las opiniones no valen una mierda, porque todo dios anda regalándolas por ahí sin que se las pidan siquiera.

Yo me he propuesto poner en valor mi trabajo y mis opiniones, y por eso he dejado de regalarlos. Si tengo algún talento, por escaso que sea, sin duda es el que me mueve a escribir estas líneas. Afortunadamente me he encontrado en la carretera a quien se ha percatado de ello y me ha ofrecido usarlo en beneficio mutuo.

Por eso he dejado de ser un ronin y mi espada (perdón, mi pluma) tiene ahora señor. Ahora hay algo de mí entre las ensaladas listas para llevar, las entradas del festival que no te puedes perder y los vinos crepusculares hechos con amor y paciencia. No es algo que me resulte del todo natural, sobre todo cuando presentando mis credenciales la respuesta es “buf, no, demasiado intenso para este trabajo”. Pero nunca he tenido problema en hacer de abogado del diablo, en adaptarme al encargo, y siempre me he considerado más artesano que artista (hay tan pocos de los primeros y tantos de los segundos…). Así que ahora estoy aprendiendo a escribir más a salto de mata, de forma emocional pero más liviana, más superficial quizá. Mas simple. Más moderna. Y lo estoy pasando en grande. Con los mejores compañeros que nadie podría imaginar. Y me pagan por ello.

Muchas gracias a todos por haber estado ahí. Aunque esto no sea un adiós. Solamente el final del periodo gratuito de prueba.