¿Tú te esnifas? nº3
Boris Vian es un tipo bastante curioso. Es capaz de cagarse en tu puta madre (y dale recuerdos de mi parte) y acto seguido componer una página de la más delicada de las prosas. Músico de jazz, ingeniero e inventor, poeta, juerguista, era un pieza cojonudo y tenía una pedrada en la cabeza bastante seria. La Unión tomó en los ochenta su historia sobre un lobo que se transforma en hombre y se va de farra, la suavizó y sacaron “Lobo hombre en París”, pero hay mucho más. En novelas como “La espuma de los días” (1946) o "La hierba roja” (1950) saca a relucir su parte más sensible y puramente estética, mientras que en otras, bajo el seudónimo de Vernon Sullivan, desbarra a saco con historias de gansters, asesinos, pederastas y gente malota en general, que a veces acaba con un baño de sangre sin más, y en otras la violencia se transforma en surrealismo. Títulos como “Que se mueran los feos” (1948) o “Escupiré sobre vuestra tumba” (1946) no anuncian ningún paseo por el prado, desde luego. Si os gusta Quentin Tarantino y leéis a Boris Vian, descubriréis que, probablemente, el primero sea deudor (y alumno aventajado) de una línea de contadores de historias entre los que Boris Vian es El Gran Maestro. "¿Tú te esnifas? 3ª Parte" surge de un ejercicio escolar de ecritura sugestionada. Por aquel entonces este tío me tenía cautivado, y lo que salió es este pobre homenaje. Ahí va.
¡Vaya! Se ha ido la luz. Lamentable. Los fusibles flotan a mi alrededor. Voy a machacar a mi electricista cuando le pille. La voz del perro suena grabada en una cinta: “En estos momentos no estamos en casa, deje su mensaje después de oír el aullido lastimero”. Intento salir de la bañera y meter los dedos mojados en el enchufe, sabiéndome a salvo de la corriente, pero se me engancha el botón del puño de la camisa con la cadenita que sujeta el tapón a la bañera misma, y el agua empieza a colarse por el desagüe, y yo con ella. Desde el interior de la cisterna del váter oigo que llaman a la puerta y grito desesperadamente al recordar que se me están quemando las tostadas. Que gran putada, con esta humedad ya tengo que quitarme los zapatos para sonarme la nariz. ¡Piensa, estúpido, hay que salir de aquí! ¡Ya está! Trataré de alcanzar la cadena. Ahora tiro de ella. ¡Sí! Me deslizo por las tuberías, pero me sigue de cerca un vendedor de alfombras. Ah, no, es mi electricista. Bueno, voy a machacarle: chof, chof, chof. Vaya, se me ha metido un riñón entre los dientes. Al salir de la alcantarilla me dirijo a mi casa y llamo a mi puerta con la esperanza de que esté. Vaya, pues no estoy, tendré que colarme por la ventana, con lo que me molesta entrar a hurtadillas en las casas, ajenas o propias. Pero más me molestan los intrusos, así que, al verme, cojo a una niña de siete años que pasaba por allí, la agarro de los tobillos y me golpeo con ella en la cabeza. Un salpicón de sangre aparece en la pared, y pronto todos los gatos del vecindario vendrán a pegarme un buen bocado a la lengua. Pero ya será tarde. Las tostadas se me habrán quemado definitivamente. Bueno, por lo menos ya ha vuelto la luz.
¡Vaya! Se ha ido la luz. Lamentable. Los fusibles flotan a mi alrededor. Voy a machacar a mi electricista cuando le pille. La voz del perro suena grabada en una cinta: “En estos momentos no estamos en casa, deje su mensaje después de oír el aullido lastimero”. Intento salir de la bañera y meter los dedos mojados en el enchufe, sabiéndome a salvo de la corriente, pero se me engancha el botón del puño de la camisa con la cadenita que sujeta el tapón a la bañera misma, y el agua empieza a colarse por el desagüe, y yo con ella. Desde el interior de la cisterna del váter oigo que llaman a la puerta y grito desesperadamente al recordar que se me están quemando las tostadas. Que gran putada, con esta humedad ya tengo que quitarme los zapatos para sonarme la nariz. ¡Piensa, estúpido, hay que salir de aquí! ¡Ya está! Trataré de alcanzar la cadena. Ahora tiro de ella. ¡Sí! Me deslizo por las tuberías, pero me sigue de cerca un vendedor de alfombras. Ah, no, es mi electricista. Bueno, voy a machacarle: chof, chof, chof. Vaya, se me ha metido un riñón entre los dientes. Al salir de la alcantarilla me dirijo a mi casa y llamo a mi puerta con la esperanza de que esté. Vaya, pues no estoy, tendré que colarme por la ventana, con lo que me molesta entrar a hurtadillas en las casas, ajenas o propias. Pero más me molestan los intrusos, así que, al verme, cojo a una niña de siete años que pasaba por allí, la agarro de los tobillos y me golpeo con ella en la cabeza. Un salpicón de sangre aparece en la pared, y pronto todos los gatos del vecindario vendrán a pegarme un buen bocado a la lengua. Pero ya será tarde. Las tostadas se me habrán quemado definitivamente. Bueno, por lo menos ya ha vuelto la luz.
6 commentaires:
19 de febrero de 2007, 18:26
esto que escribes me lleva directamente a un salón de la calle góngora, a tus sueños grabados con micrófono y al tipo que se follaba a las lesbianas para "arreglarlas". y a que a mi, después de parecerme fatal me pareció fenomenal.
y no sé por qué me recuerda a la palabra "indefectiblemente", creo que alguien por aquel entonces la usaba en vano. muchas veces por minuto.
qué bien, t
19 de febrero de 2007, 18:27
Bueno, la cosa arranca, aunque para eso haya habido primero que cojerse una tranca de casi 15 años, tiempo que hemos tardado en llamar a la puerta, después de ese paseo por el water, y que estuviera uno mismo. Pero estamos siempre? Realmente? A veces yo también me voy por el lavabo, o de baretas, o por los cerros de Úbeda (por donde pasé hace poco casualmente) y luego hago como que me llamo por mi nombre, pero no es así, porque ese que me llama no soy yo, ni soy yo el que lo escucha. Yo sería aquello que se ha ido quedando por los huecos, las tuberías, en este caso, y que, un día, termina atascando el sumidero y nadie sabe por qué: qué raro que eso escriba y diga cosas, no?. Pero por favor, que nadie llame al fontanero, que está bien así, porque también me encuentro entre los trozos de carne que salen del lavabo y esto sólo uno mismo lo sabe. Así, que si nos ponemos a joder la marrana y a llamar a especialistas, gente diplomada en la materia, expertos profesionales con consejos higiénicos sobre temas ajenos, termina, uno, más magullado de lo que ya podeis imaginar tras haber pasado 15 años de farra y por las cañerías. No, que nadie llame al fontanero pero que corra el agua, eh?
19 de febrero de 2007, 18:29
Uppps, yo quiero jugar a esto de esnifar tb.. A ver si me animo un día y te mando un relato.
Un saludo.
19 de febrero de 2007, 18:30
Otro comentario: ¿Comentário? No yo creo que no lleva tilde. xD
19 de febrero de 2007, 18:31
Pues parece ser que yo tengo mucho que ver con Boris Vian, por lo menos con ese que es capaz de cagarse en tu puta madre. Me gusta lo que has escrito de él. Aunque fuera antes...
Besos
19 de febrero de 2007, 18:33
Apenas acabo de entrar y ya me tengo que ir, pero, como un terminator, volveré. He leído algo de Boris Vian, yo quiero leerlo y creo que te cogeré como asesor, si gustas, claro.
bYE,BYE
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