30/11/06

Berlín del Chagüen (I)

El Chagüen es amigo mío desde hace ¿cuánto? ¿doce años? Y hará unos tres o cuatro se lío la manta a la cabeza y se plantó en Berlín con un par. Desde entonces parece que ha encontrado su sitio en el mundo, y no me extraña. La nuestra es una ciudad en la que se puede estar agustito, pero eso es todo. Los espíritus inquietos necesitan algo más, aunque al principio pasen hambre o frío. Aún no he tenido la ocasión de ir a visitarle, pero no se va a librar de mi, puedo garantizarlo. Esto es su Berlín.




Cuando el viajero llega a Berlín, una de las primeras cosas que conoce es mi casa. Ubicada en uno de los barrios del antiguo Este, Friedriechshain, y cerca de una parada del S-Bahn, o tren de cercanías, es de muy fácil acceso si se llega por el antiguo aeropuerto de Berlín Oriental, donde hoy en día aterrizan la mayoría de las compañías baratas, y será, a partir de ahora, el punto de referencia de este viaje.
Berlín oriental: comunista; Berlín occidental: capitalista. Se trata de la primera asociación que debe recordarse cuando se quieren pasar unos días aquí, pues toda la ciudad está distribuida, incluso hoy en día, de esta manera. Cosa extraña de los habitantes de por aquí es que todo el mundo sabe, realmente, dónde están los cuatro puntos cardinales, por lo que no es extraño oir, en las indicaciones que nos dan cuando preguntamos por una calle, cosas como "hacia el este" o "no, eso está al norte de". Así, que mi casa está en el Este (antigua RDA, o DDR en alemán), en un barrio que, además, hacía frontera.
Cada mañana, para ir al trabajo, cojo mi bicicleta y tengo que cruzar el puente del Oberbaum (foto superior), atravesando el río y las antiguas instalaciones del muro que dividía la ciudad, en dirección suroeste. Justo al otro lado se extiende el barrio de Kreuzberg, conocido también como Barrio turco, que pertenece ya a la parte occidental de Berlín.
Este puente que une ambas zonas es muy bonito, construido en ladrillo rojo con dos torres, y se trata de uno de los pocos restos de arquitectura modernista que quedan, a pesar de haber sufrido tantos daños: bombas en la II Guerra Mundial, torretas de vigilancia durante la divisisón y tráfico, hoy en día; y forma parte del escudo del barrio. A finales de los noventa fue restaurado por el arquitecto español Calatrava y le volvió a dar el aire de iglesia ortodoxa rusa y cuento de hadas de la tundra que siempre tuvo. En él, para celebrar la reunificación de los dos barrios, cada Junio o Septiembre (depende de cómo les vaya a los organizadores), se lleva a cabo la Wasserschlacht: una guerra entre vecinos de ambos lados del puente, en la que se tiran agua, tomates, huevos y cualquier cosa podrida que pueda hacer ¡Chof! en tu cuerpo. Además, se hacen en él otro tipo de eventos, como mercadillos, fiestas populares con orquestas, bailes y salchichas, o mítines políticos. Pero también, simplemente se pasa: andando, en metro elevado, en bici, en coche o en barco; y desde él se tiene una de las vistas más bonitas de la ciudad, con el río, los árboles, las ruínas del muro, los edificios modernos y antiguos del centro y una escultura de 20 ó 30 metros de altura que se llama "El hombre molecular": tres tipos planos, hechos en metal agujereado, que se dan un abrazo y se hierguen en mitad del río, para representar la fraternidad entre estos dos barrios y un tercero, el de Treptow, que también quedó dividido por el muro.
Pues bien, el viajero que llegue a mi casa pasará conmigo por aquí para descubrir lo que significa realmente esta transformación entre Oriente y Occidente, entre Friedrichshain y Kreuzberg. Tránsito en el que no sólo cambian los edificios, sino también la gente. Sólo apunto el ejemplo más claro: en las zonas occidentales, se recibieron inmigrantes turcos, principalmente, así como de otros países capitalistas; en la parte oriental, la gran mayoría de los extranjeros que llevan viviendo más de veinte años son eslavos y chinos o vietnamitas. Tanto los unos como los otros tienen la gran parte de las fruterías de Berlín, así, que cuando uno vaya a comprar una manzana, tendrá que vérselas con acentos, pronunciaciones y modos de relación cliente-vendedor muy diferentes.

De este modo, al cruzar el puente hacia Kreuzberg, esta diferencia será algo llamativo desde los primeros momentos. Ya uno lo percibe al ver la cantidad de antenas parabólicas que hay en esta parte. Aquí el viajero deberá detenerse, siempre y cuando sea lo suficientemente tarde, en uno de los bares más intersantes de la zona: el karaoke de la Lubbener Strasse (foto inferior). Un tugurio subterráneo situado en una calle de aspecto burgués decimonónico (fachadas con frisos y columnas, árboles viejos, adoquinado, luz tenue, silencio), local que debió ser, hace años, un burdel. Para entrar se llama al timbre y cuando la puerta se abre automáticamente, se bajan las escaleras de caracol. Durante la bajada, uno ya va percibiendo la pesadez del aire, el calor y la música, hasta que al llegar a la primera de las varias habitaciones que hay, donde están la barra y la mesa de billar, uno se da cuenta de que por encima del "God save the Queen" se oyen voces acolchadas que gritan otras letras: son fans desesperados que cantanen sus cabinas privadas. Luz anaranjada, mezcla de gentes: un camarero con acento australiano, algún turcoalemán, españoles, alemanes; ambiente cargado, olor a sudor y un frigorífico de donde uno mismo se sirve las cervezas, mientras espera a que le asignen sala. El viajero puede encontrar entre la lista de canciones grandes éxitos de Miguel Bosé, Michael Jackson, Sly & The Family Stone, Bisbal, Dirty Dancing, KrisKros, Depeche Mode, Nirvana y muchos más. El local cuenta con dos carpetas enormes donde está todo el repertorio que luego se puede poner en el DVD de la cabina. Además, la música, a diferencia de en otros karaokes, está muy bien imitada. Sin embargo, lo mejor de todo no es eso, sino el ambiente que uno puede ver en las cabinas, donde el dicho de ser estrella por un día se cumple. No importa no poder seguir la letra en la pantalla de la tele, no importa no tener ni idea de inglés; lo que importa es cojer el micro y sentir el groove.

A ver si os animáis y me mandais vuestras propias versiones de Berlín (espero la de Almu) o de cualquier otro sitio. Peña está en Finlandia (corrijo, Noruega. Bueno, yo que sé, hace mucho frío y no es Soria!), escribiendo su blog, y pondré un link en cuanto me acuerde donde coño apunté la dirección. Miguel (NY), M. S. (China, creo. Por cierto, ¡enhorabuena!) Tere, Vielba y Carlangas (Londres), mi hermano (Albacete. ¡He dicho cualquier lugar!), Pablo (Valenciennes), Rosa y Luis (Gante) y por supuesto Marion (Lille), entre otros. ¿A qué demonios estais esperando? ¿Voy a tener que ir?

3 commentaires:

Me gusta esa especie de legión de amigos inquietos que cuelgan sus escritos en tu blog, es como una guía no oficial, auténtica y desparramada de la gente que se ha metido la ciudad en la piel. Desde luego, suena interesante y una dura competidora de Lonely planet.

Gracias, guapo! Ya no tengo problemas para entrar de nuevo. Uf! Qué bien! Empezaba a faltarme. Tal vez, te envíe un "Tu te esnifas" dentro de poco. Por cierto, es una pena que no tengas edición alemana. Por aquí hay mucha gente muerta de curiosidad, que están deseando que llegue la traducción de tu blog (ya ves que te hago buena publicidad)

Dios, se me escapa una lagrimilla nada mas al escuchar la palabra "BERLIN".
Para mi, la mejor ciudad del mundo.