Seres racionales
Una de las cosas curiosas de trabajar en orquestas verbeneras es que a veces te llamaban para hacer de negro con artistas famosillos de segunda fila. He tenido la ocasión de participar en el escenario de las vulgaridades terrenales de gente como La Década Prodigiosa, Bea Bronchal y una nutrida lista de humoristas y vedetes dignos de Noche de Fiesta, de cuyos nombres no quiero (o no puedo) acordarme. No es lo mismo que encontrártelos por la calle. Estás tocando (o haciendo como que) para ellos, participando de la actividad profesional que les ha hecho famosos, y la mayoría de las veces estos segundones de la farándula resultan, como mínimo, dignos de piedad. Estás deseando que un fan (dudoso) venga a pegarles un tiro en la cabeza para que acabe de una vez con sus miserias, como a unos John Lennon venidos a menos. Sin embargo, ese trabajo propiciaba otro tipo de encuentros casuales con estos personajes, mucho más satisfactorios, que se daban cuando eras tú el artista y ellos el público. La fiebre del espectáculo se apoderaba de ellos y se encaramaban al escenario a colaborar con nosotros como invitados inesperados, proporcionándonos momentos memorables dentro de la historia del ridículo etílico. Os cuento.
Último día de las fiestas de Cuellar, agosto o septiembre de 2003. Con encierros incluidos (los más antiguos de España, y por ende, del mundo. Olvidáos de los Sanfermines). Primera temporada con la orquesta Embrujo, antes de que compraran el camión escenario. Tocábamos once personas encima de 10m² de tarima cubierta con una lona de plástico, en una plaza de suelo inclinado a más no poder y cayendo el típico sirimiri cabrón que pone en peligro el equipo eléctrico sin dejarte cortar la actuación por "causas de fuerza mayor". Durante el último pase nuestro cantante cuarentón, un cabrón con pintas con mucha escuela, se me acerca en mitad de un solo y me dice al oído
- ¿Te sabes alguna de Siniestro Total?
Hago un repaso mental de mi repertorio.
- Mmm… Me sé la de "Somos Siniestro Total", que es una versión del "Higway to Hell" de AC/DC.
- ¿Te atreves a tocarla? Acabo de estar entre el público con el cantante de Siniestro y dice que si nos sabemos alguna suya, se sube a cantarla.
No me lo podía creer. Los putos Siniestro Total. Son un prodigio del cachondeo español (y gallego) hecho rocanrrol. Yo les conocí con el "Ante todo mucha calma", pero pronto me hice con sus discos anteriores y les sigo la pista desde entonces. ¿A cúal de los cantantes de sus diferentes formaciones se refería? Yo esperaba que se tratase de Miguel Costas, mi preferido, el de voz cazallosa con pinta de operario de cadena de montaje alcohólico, pero también sería un punto que fuera Julián Hernández, el gafas de toda la vida y cabeza visible (nunca mejor dicho) del grupo desde hace veinte años.
Me reúno detrás del escenario con nuestro bajista y director musical, un gilipollas engreído que acababa de llegar de Venezuela, cuya idea del rocanrrol pasaba por los temas discotequeros de Luis Miguel, y le explico lo mejor que puedo cómo va el bajo del tema. El batería, Isma, alias el Ternero, era un cachondo al que le encantaba los AC/DC, el rocanrrol en general e improvisar sobre la marcha, así que solamente le miro, él me mira, sonríe (más bien se escojona), nos entendemos, y marca. Uno, dos, tres, cuatro. Creo que me santigüé.
Y en ese momento veo subir tambaleante por las escaleras del escenario a un tío de coco pelado con gafas de pasta negra. Julián. Cojonudo. El pedo-fumada que lleva es absolutamente épico. No podía ser de otra manera, es el cantante de Siniestro en una verbena en Cuellar. Otro estado mental por su parte me habría defraudado. Se me acerca. Es imposible reproducir aquí el acento gallego/borracho, pero imagináoslo.
- Oye, ¿Cuál es ésta, tío?
- "Somos Siniestro total".
Se acerca al micro dudoso. Me mira. Vuelve a acercárseme.
- ¡Hostia tío! ¿Cómo era ésta?
Increíble. No se acordaba de la letra de sus propias canciones. ¡Este pollo es mi héroe! Antes ya adoraba a Siniestro Total, pero desde aquel momento pertenezco a la Santa Iglesia de Julián Hernández. Me pongo a su lado con toda la pose que me puedo permitir para ir chivándole la letra.
- ¡Nosotros somos seres racionales!
- Nosotros somos se… ¿Eh? ¿Qué?
- ¡De los que toman las raciones en los bares!
- De los nanana na nana ¿Cómo? ¡Ah! ¡EN LOS BAREEEES!
Dios santo, qué momento. Para rematar la faena se nos sube otro fulano que no tiene nada que ver con el sarao, agarra otro de los micros y se pone a gritar por encima la letra original de AC/DC con una voz sacada de la mazmorra más mohosa del metal. Mientras, Julián y yo corremos por el escenario, yo tocando, el haciendo poses. Las jetas de nuestros compañeros de la orquesta son un poema. Al público se la suda todo, están saltando borrachos y tirándose calimocho encima. Cuando terminamos el desaguisado Julián me abraza y me grita al oído (siempre con su acento casi ininteligible)
-¡Oye tío, tocas de puta madre!
Luego vino el resto de la gente a manosear a la leyenda, se me le llevaron y nunca más volví a verle.
¿Qué más se puede decir? No esperaba menos de un personaje tan grande de la cultura popular de este país. Gracias señor, por permitirme vivir momentos como este al lado de mis ídolos del rock completamente borrachos. Alabados sean los Siniestro Total. ¡Amén!
6 commentaires:
13 de mayo de 2007, 20:02
Es que no lo hay como las fiestas de Cuellar ¡Doy fe!
Bueno quizás las de los pueblos de Tierra de Campos (Cuenca, Villalán, Bolaños, etc) que tampoco son mancas.
Salud paisano!
14 de mayo de 2007, 12:28
Siniestro total! Que grandes eran!
Y bailaré sobre tu tumba gua churu güé!
Q tiempos aquellos
14 de mayo de 2007, 22:45
¡Qué buena la historia!
salu2
15 de mayo de 2007, 9:43
Cogonudo, momentos como estos son lo hacen que merezca la pena vivir.
Un saludo
16 de mayo de 2007, 3:28
Qué grande lo de las raciones. Somos seres racionales y queremos bares de tapas. Con su cervecita y los amigos para echarse unas risas.
Como dicen Celtas Cortos, nos vemos en los bares.
17 de mayo de 2007, 11:27
Joooo, qué envidia... Eres mi ídolo.
Publicar un comentario