22/8/07

Ostras o mortadela (II). Bernard Loiseau

Os contaba hace poco cuánto me llaman la atención las contradicciones que produce este sistema en el que vivimos y que, si bien quizá no hayamos creado, contribuímos a mantener cada día. Cada vez tengo más claro que en este mundo el lujo y la precariedad van de la mano, en una dicotomía imposible de separar, absolutamente necesaria. Y ya no hablo de los cambios de fortuna o de las grandes caídas desde las alturas sociales. No, estoy hablando de que, tras la democratización del lujo del siglo pasado, la situación económica actual ha hecho que el glamour y la miseria ya no estén estratificados, sino que forman una mezcla homogénea, perfectamente batida y de un asqueroso color parduzco. Todo es posible, todos somos susceptibles de triunfar o fracasar. Y no sólo en lo económico. El prestigio es otro gran valor, junto con el dinero, por el que pretendemos trepar buscando algo de aire. Pero es una cucaña tremendamente resbaladiza y algunos lo saben muy bien, como Bernard Loiseau.

Su historia parece una puta novela. Nacido en 1951 aquí, en Auvergne, de una familia modesta, trabaja desde muy joven con los mejores cocineros de Francia, que enseguida reconocen su excepcional talento, y jura conseguir algún día las tres estrellas de la Guía Michelín. En el empeño de este juramento crea un imperio económico (es el primer cocinero que cotiza en bolsa), entre otras cosas gracias a su gran capacidad mediática (fue portada del New York Times) y se convierte en los ochenta y los noventa en el embajador mundial de la cocina francesa. Y seguramente habréis oído hablar de la cocina francesa. Con un 19 de 20 en la Gault-Millau, en 1991 consigue sus tres preciadas estrellas. Y las mantiene hasta 2003, cuando le llegan rumores de que, hartos de verle hasta en la sopa, va a perder una de ellas. Y se suicida.

Hay que reconocer que perder una estrella Michelín no es perder un tenedor. Sólo siendo el mejor se trabaja entonces toda la vida para alcanzar las tres, y cuando lo logras dejas de ganar dinero, porque mantenerlas requiere tal despliegue que se come todos los beneficios. Si consigues tres estrellas Michelín pasas a jugar en la liga de los grandes, donde el dinero se da por hecho y lo que entra en juego es otra cosa. Perder una supone que, siendo aún de los mejores restauradores del mundo, te encuentres de un día para otro sirviendo a cinco donde antes servías a doscientos. Y por supuesto el descrédito entre los colegas. Ser descastado. El ostracismo. Es la principal razón por la que muchos agraciados con este galardón las rechacen.

Todo esto me lo contaba el otro día el patrón de Le Régal en una pausa durante el servicio de la cena, tomandonos un champán del bueno mientras yo aún estaba fregando platos con el delantal puesto y de grasa hasta los codos. Y a eso me refiero. Para Bernard Loiseau su trabajo y su prestigio eran su vida. Sin ellos no había vida posible. Y la vida tiene que ser posible, a pesar de todo. Primero la vida, luego el champán. O el Mistol. Y, últimamente, los dos a la vez en un cóctel difícil de digerir.

13 commentaires:

Por contra, nuestro Ferrán Adriá se lo toma con mucha más calma e inteligencia. Seguro que él no se levantaría la tapa de los sesos ...

Para mi que a Monsieur Loiseau le faltaba un hervor...
Por dierto, que bien te cuidan en ese garito ese donde curras.
Salut!

Loiseau no aguantó algo que, si lo piensas, es muy desagradable, descender a segunda división.
Dejar el caviar para comer garbanzos no tiene nada de malo. Si lo tiene si tu menú diario era caviar y de repente sólo ajo y agua. Buen tema este de la vida, el dinero y la enajenación.

Joer, otra vez la clave de tu disertación estaba en el título...Y yo sin verlo. Mejor tus ostras y tu mortaleda, que mi caviar y mis garbanzos. Salud!

Un saludo gente! A lo que voy es que, desde mi perspectiva culinaria, no baja mucho de ser la superrehostia a la rehostia, pero a Loiseau le basto para matarse. Parece que el tio era bipolar y su lema era Perfeccion o Muerte. Y eligio muerte. Y si, me cuidan chachi en Le Régal, pero es que son medio familia; tampoco voy a cobrar como un empleado.

Por cierto, la entrada anterior batio el record de comentarios en el blog. Seguid asi chicos!!!

Besos y abrazos para todos!

Pues yo le entiendo al pobre hombre, aunque evidentemente no me atrevería a tomar una decisión tan drástica como la suya.

Descender a segunda división no tiene nada de malo si nadie se entera. Pero si vas a ser el hazmerreír de todos tus colegas y algunos de ellos te van a demostrar abiertamente su satisfacción por tu fracaso, entonces entiendo perfectamente el que no quisiera vivir eso. Yo lo interpreto como que fue un valiente y decidió lo que quería hacer con su vida desde el principio hasta el fin. ¿Qué tiene eso de malo? Más bien es loable.

Como abierto defensor del suicidio yo respeto totalmente su decision, y no entro en una valoracion moral de lo que hizo. Donde quiero hacer hincapié es en el hecho de que Loiseau vivia con los esquemas heredados del pasado: éxito o fracaso. Y no supo adaptarse a los esquemas actuales, mucho màs ambiguos y ràpidamente cambiantes, los cuales tampoco son buenos o malos en si mismos, y eso le costo la vida, que es lo fuerte de esta historia. Yo también le entiendo, pero no lo comparto.

hummm no es que crea en la inmoralidad del suicidio, pero en serio, ¿no tenía ese hombre algo más en su vida por lo que mereciera la pena vivir? ¿realmente era tan importante una estrella de un hombre gordo hecho de ruedas? creo que por el momento me quedo con la mortadela y los garbanzos. El caviar para ocasiones especiales, porque está visto que es mejor no acostumbrarse tanto a esos lujos...

Esto me recuerda a los de Fiat, en italia...que se fueron quedando en el camino, maldecidos por el fracaso...(a pesar de estar forrados).

Veis, el dinero no hace la felicidad de algunos. Porque si tú apuestas por la vida, aunque el vino te sepa malo, sabrás degustar las uvas. Es cuestión de prioridades existenciales. Creo yo.

Completamente de acuerdo con las dos: la pasta (y en este caso el prestigio) es un medio, y no un fin en si mismo.

Saludos a todos y buen fin de semana!

Vaya que blog más popular, enhorabuena vadegetgo (pronunciamiento afrancesado). Sobre el tema solo puedo preguntarme que para que existirá el champán caro, cuando se degusta igual que una Mahou, para qué el vino de 400 euros cuando se puede beber un vino soberbio por 20... Amigo, que podamos acceder a la mesa que los inmensamente ricos se han construido para ser los otros, para seguir sintiendose el 10% de la población que controla la pasta y los recursos...solo tiene un culpable, el Estado de Bienestar, asi hasta un viejo con una pensión de 200 euros al mes puede regalarle una PS3 a su nieto por Navidad. Un saludo.

Joder, tienes màs razon que un santo. Me quito el sombrero txutxi. Un saludo!

esto parece ponte rojo...;-)