14/6/10

la educación sentimental (II)

No he podido evitarlo. He abierto la bolsa de plástico de Pandora, en vez de quemar su contenido, y he hurgado a ver que salía. Me equivoqué: Pensaba que contenía las cartas que intercambié durante años con la misma persona, pero lo que de verdad había allí era mucho más terrible.

Con cerca de trece años se me ocurrió escribir a la sección del suplemento ¿infantil? de El País Semanal que publicaba las cartas de los jóvenes lectores que facilitaban su dirección en busca algo de correspondencia. Una descabellada costumbre que se tenía en el siglo pasado, antes de que se inventaran las redes sociales y el messenger. No sé qué cojones se me pasó por la cabeza. Era una época en la que en vez de intentar buscarle un sentido a cualquier nimiedad cometida, simplemente hacía cosas que significaban cosas, pero sin tener consciencia de ello y ni puta idea de lo que podían simbolizar. Funcionó jodidamente bien. Recibí varios cientos de cartas, en su mayoría de crías de la misma edad que yo, contándome de todo. Desde banales anécdotas escolares hasta jodidísimas truculencias, pasando por absurdas declaraciones amorosas, fruto más de un temprano desarrollo hormonal y una imaginación desatada que de nada más. En la bolsa estaban algunas de esas cartas.

Ver tu nombre completo escrito por tantas manos diferentes es algo que da bastante vértigo. Es algo que, seguro, significa otra cosa. Lo suficiente como para pensarte dos veces abrir alguna al azar y releerla. Pero lo hice. Una chica bastante graciosa con un humor muy ácido agradecía con cierta ironía que la contestase por segunda vez. Luego explicaba que había estado haciendo una especie de vudú con la primera carta, en venganza por haber tardado tanto en responder. Me hizo gracia comprobar cómo ya entonces me gustaba que me metiesen caña. Pero el tono me resultaba demasiado familiar. Luego la letra también. La firma y el matasellos no dejaban lugar a dudas: Resulta que fuí a leer la única carta que conservo suya. ¡Qué fantástica ruleta rusa! De entre todas las vidas posibles, de todos los caminos por recorrer, de todos los yoes creados por las circunstancias y la educación (sentimental) volví a caer de forma completamente fortuíta en este mismo, en el mío. En ese en el que os acabo contando esta historia a vosotros en la entrada de un blog.

¡Claro, cómo no! No podía ser de otra manera.

9 commentaires:

No creo que a este blog le quede mucho tiempo de vida si tengo que tirar de esta mierda para escribir algo...

Sr. Vaderetro, a veces leyendole me siento tan identificado con usted, que simplemente me cago encima.

Voy a cambiarme.

Amigho, este es el comentario más auténtico que he leído jamás. Le está sentando bien Bilbao, por lo que veo!

Si elimina este blog quemo el mio, no le digo mas.
Esta entrada misma tiene mas calidad que las cinco (de otros fulanos, perdone mi promiscuidad) que acabo de leer juntas.
No escriba pensando en que lo vamos a leer, escriba lo que le salga de los cojones.
Son epocas.

Estos teclados viet no tienen acentos, hay que imaginarselos.

Un abrazo.

Pero necesito público! Soy una estrella del Rwock!

http://whos.amung.us/

Deje pasar unos dias, mire como se va llenando el mapita de estrellas -Valencia, Saigon, Santiago de Chile- y flipeselo.

Nos leen, Sr. Cordero, nos leen.

Yo ahora mismo voy a colgar una de esas de porquemesaledeloscojones. Para confundir.

Y hace bien, demonios!!!

Dios mío! Dime que no era yo! Sólo recuerdo a un tipo que vivía en Suiza y que quería intercambiar pipas por chocolate, y a otro de Segovia que siempre se quejaba del frío.

Jajaja! No eras tú, Mel, claro que no! Al menos no entonces...