31/12/11

textículos


Esta semana he recogido un premio literario. He resultado ser el ganador de la segunda edición del concurso de microrrelatos Textículos, organizado por el Colectivo Laika con la colaboración del Vicerrectorado de Estudiantes de la Universidad de Valladolid y la librería El Árbol de las Letras. Es el segundo certamen que gano. El primero fue un concurso de cuentos que organizaba una conocida marca de leche en el colegio. Escribí la historia de la Princesa Lactosa, secuestrada por las malvadas bacterias de la leche sin pasteurizar y rescatada por el Príncipe Cálcico. A mí los cuentos de hadas me parecían entonces un coñazo insufrible, pero ya sabía que ése era el tipo de historias que un jurado adulto esperaba de un niño de ocho años. Les dí la mierda que querían y conseguí un boli con linterna. ¡El boli tenía luz de verdad! Aquello en los ochenta me parecía ciencia ficción, y acercaba mi realidad cotidiana de ropa fea y tardes grises negándome a jugar a la pelota a las historias de robots del espacio que sí me gustaban.

Que te doren la píldora de esta manera, al igual que cuando escritores que te gustan (como Txe Peligro o Mel Alcohólica) te dicen que “escribes guay,” puede hacerte pensar, con un par de cañas encima, que quizá tengas algo que hacer en este negocio si te pusieras en serio. Con una botella de vino y una amiga que trabaja como lectora para varias editoriales diciéndote que su opinión profesional es que te dejes de hostias y le des algo completo, casi te ves al teclado con la idea de una novela en la cabeza. Casi.

Pero luego te imaginas cómo debe ser el mundillo literario. El mamoneo y la corrupción. El amiguismo. Las puñaladas que se presentan con una sonrisa. Morderte la lengua (porque nunca se sabe quién va a poder enchufarte en algún sitio) cuando hablas con algunos escritores noveles para no decirles que lo que hacen no sólo te parece una puta mierda, sino que a todas luces es una puta mierda. Zafón y Fernández Mallo. El postureo mediático e institucional. Las peleas con los agentes y editores. Los iluminados y los pretenciosos ascendidos a vacas sagradas. Los muchos que se creen artistas y los pocos que saben ser artesanos. Es decir, exactamente lo mismo que en el mundillo musical indie con el que brego normalmente, pero con gente más fea y menos popular que prefiere trabajar encerrada en casa en vez de hacerlo sobre un escenario, donde además tienes que currarte la pinta y las habilidades sociales.

A mí me encanta escribir. Lo que no soporto es a los escritores.

4 commentaires:

¡Feliz Fin del Mundo a todos!

Bueno...pero dónde está el microrelato, eh, eh???

xD

Enhorabuena y feliz fin del mundo a ti también!

a) yo no me entero de concursilllos con los que alimentar mi ego, jo.

b) dónde está el microrrelato?

c) feliz año!

Mozos, el microrrelato se editará en una plaquette. Consulten el blog del Colectivo Laika.