30/1/12

morir


Mi suegro ha tenido hace poco una avería seria. Concretamente la que alimenta a mi demonio particular. La Niña Fatal, entera como siempre, tuvo que llevarle en coche al hospital. A ella lo de la entereza le viene de familia: al parecer mi suegro debió preguntar, ya ingresado en la UVI, por el contenido del menú de la cena. Ella sólo se vino abajo cuando sabía que ya podía hacerlo, al llegar yo algo más tarde. Con qué naturalidad se toman algunos hombres maduros la proximidad de la Muerte... No hablemos ya de las mujeres maduras, que parece que hablen de ella como de un familiar lejano con el que se encontrarán un día de estos. Quizá ya no le tienen miedo porque han desarrollado algún tipo de cualidad sobrenatural que les hace inmortales. Lo que viene siendo un alma, que al final no es otra cosa que la historia de una vida escrita de forma indeleble en el espacio-tiempo. Consiguieron nacer y sobrevivir, cosa que para algunas generaciones ya es un verdadero triunfo. Han existido, y eso es universalmente irrefutable, aunque en un par de generaciones nadie les recuerde. Han hecho todo lo que tenían que hacer. Buen trabajo. Una historia terminable y, por tanto, terminada. Me imagino que el cerebro reptiliano también se puede morir tranquilo cuando uno deja hijos. Claro que quizá es pura fachada, y en realidad estamos todos cagados de miedo.

Por otro lado, un buen amigo no mucho mayor que yo también ha estado a punto de irse al otro barrio, en este caso por una afección repentina y fulminante que le ha dejado en coma varios días y de la que se recupera favorablemente. Literalmente ha vuelto a nacer, porque ha estado dándose una vuelta por el no existir, ha vuelto, y no se acuerda de nada de ese paseo. Los amigos no hacemos más que tomarle el pelo recordándole que nos debe dinero y repetir entre nosotros que seguramente ahora se tome la vida de otra forma. Como si hiciera falta verle el blanco de los ojos a la Muerte para saber que, para desgracia de los faraones, la pasta, la posición social, las trayectorias profesionales y la seriedad tienes que dejarlos aquí cuando te mudas al otro barrio.

La que no ha salido tan bien parada es mi tía, que tras varios años de lucha contra el cáncer y aún muchos más contra su propia familia por gilipolleces, ha pasado hace unos días a formar parte del Club Universal. Ya no es una persona: es una historia. Acababa de cumplir cuarenta y ocho años. Hacía diez por lo menos que no la veía, así que la recuerdo joven y divertida, alegre, una de esas pocas personas consciente de lo que de verdad es importante. La tía enrollada que salía con mis primas mayores. Por lo que me iba enterando a través de mi familia, hacía muchos años que esa persona ya no existía, así que la llamada de mi madre, llorando a pesar de todo, llegaba una década tarde. Lo único que fui capaz de sentir fue alivio al escuchar ese nombre después de un interminable silencio, y no el de mi hermano o mi padre.

A mí, que estoy satisfecho con el camino recorrido hasta ahora, que podría morirme tranquilo mañana sabiendo que dejo detrás una historia más o menos a mi gusto y ningún entuerto que desfacer por mi fantasma atormentado, lo que me da por culo no es la Muerte en sí, sino el Morirme. La no existencia me la sopla, pero la idea del Tránsito me jode tanto que me da rabia. Me consuela pensar que la Muerte es un poco como ir al dentista: no haces más que darle vueltas durante un tiempo, luego lo pasas mal mientras dura, pero es algo que tienes que hacer de todas formas, y si te entregas sin resistirte, bueno, al final no es para tanto.

Si todo el mundo lo hace no debe ser tan difícil.

4 commentaires:

Creo que si me arrepiento de algo el día que la palme será de no haber follado más.

Ilikeit¡

Seguro??? Yo creía que llegados a unos mínimos aceptables... Lo importante era la calidad no la frecuencia...

Bien, este comentario era relativo a tu texto (muy bueno por cierto). Yo pienso que se aprende a morir a lo largo de la vida... Y si tu mente esta sana (sin terror a las perdidas) en la madurez se esta preparado. Cuando eres padre de niños morir es algo terrible... La muerte depende mucho de las circunstancias.

Dice el padre de Saratustra: mejor morir que perder la vida.