1/7/13

(una elección y) una despedida


Conocí a Idealipsticks en la puesta de largo de los Arizona en Universimad 2009. A Vielba y a mí nos parecieron demasiado “cool” y sonaban demasiado bien como para no ser el producto diseñado de una multinacional (Jave Ryjlen me dijo tiempo después que esto le parecía un halago: “Claro que es un producto. Es MÍ producto”). Pero aún así recuerdo haber dicho “el caso es que yo me veo de bajista con ellos”. Aquella tarde ganaron el Villa de Madrid, y ni siquiera habían podido ensayar.

Unos meses después volví a verles en la sala Sol compartiendo cartel con, de nuevo, Arizona Baby. Para entonces ya me había hecho fan de la banda y como tal, con un pedo de capitán general, fui a darles la zurra después del concierto. Es el primer (y muy lamentable) recuerdo que ellos tienen de mí. Sin embargo, cuando necesitaron un nuevo bajista, pesaron más las croquetas que les llevé a comer cuando vinieron a tocar poco después a Valladolid. “¿El borracho aquel de las croquetas no tocaba también el bajo?”

¿Qué voy a echar de menos de estar en Idealipsticks? Pues salir a tocar gritando “Cagando Sin Papel, cabeza de cartel”. Su peculiar interpretación de la hospitalidad ajena. Las bandas paralelas que, dicen, montarán algún día, como Los Droga, Jardín de Infancia o Andorga Llena. Oír a Jave Ryjlen insultar a gritos al resto de conductores y a Eva Ryjlen descojonarse cada vez que me hacen una foto. El mandil robado de una cafetería para el último que llegue a la furgoneta. Las conversaciones sobre drogas como el Espabilao cuando en realidad a Eva se le suben los colores con sólo pisar una chapa de cerveza. Las entrevistas en las que se olvidan del nombre de sus canciones. A los otros dos gregarios. Grabar en el oasis de Paul Grau. Las viñetas que dibuja Jave. Su inclinación a lo que ellos llaman El Mal, que en realidad es pura picaresca y, a la vez, su desmedida generosidad con los que hemos sido los suyos. Que te traten, te griten, te insulten, te alojen, te abracen y te besen como si fueras de la familia. Porque eso es lo que son. Una familia.

Pero la mía está aquí, en Valladolid. Releyendo este texto me doy cuenta de lo evidente: siempre he sido parte de Arizona Baby. Y cuando además el jueves pasado tuve que ceder temporalmente mi puesto de bajista con Ángel Stanich para poder atender mis compromisos con Idealipsticks, los celos me dijeron que ya había escogido el camino de la barba. El 20 de julio toco en PortAmérica con Arizona y les dejo tirados teloneando a The Jim Jones Review en Tudela. Sabiendo esto, el pasado sábado, en una fiesta VIP en la que servían champán y (cómo no) croquetas, me echaron de la banda. Ellos saben que soy yo el que se va.

Adiós, mangurrianes. Forraos con la música, como siempre decís que vais a hacer. Aunque sólo sea para restregármelo en los morros.


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