25/3/10

dialéctica del asco

Me paro a sacar pasta en el cajero. Debería haber aprendido la lección pero, qué cojones, estamos en el centro a plena luz del día.

-Oye colega, perdona…

Mierda. ¿De dónde ha salido este puto yonki? Ni lo he visto venir. El cabrón se ha vuelto invisible hasta que me ha visto meter la tarjeta, y luego al ataque. Su puta madre.

-Oye, ¿podías dejarme un euro que me falta para…
-Espérate, que creo que el cajero se me ha comido la tarjeta.

Aprovecho el clásico momento empatía falsa de dar el palo (¡vaya putada colega! A ver si te la devuelve) para evaluar los riesgos, con la alerta disparada, eso sí. El fulano apenas levanta metro y medio del suelo. Le tengo a mi lado, no a la espalda, así que a través de las gafas de sol puedo controlar dónde pone las manos mientras recupero la tarjeta y el billete. Mantengo las distancias.

-Tranqui tío, no te emparanoyes, no soy ningún quinqui que venga a darte el palo, sólo soy un gitanico que vengo del cementerio, ya sabes, por lo del día del padre y tal -que fue hace una semana hijoputa, pienso yo- y luego el autobús… Vamos, que es que he quedado ahí al lado y es para tomarme una caña.

¡Con dos cojones! En cualquier caso necesito más testigos potenciales alrededor. Pero ya.

-Vale, ya está. Vamos ahí al kiosco que tengo que cargar el bonobús y te doy el euro.

Me acompaña caminando a mi lado, mientras yo ya doy por perdido el billete. Pero no, llegamos al kiosco sin más incidentes. Mientras le doy la tarjeta monedero y el billete a la dependienta, el yonki aprovecha para sacar diez céntimos del bolsillo y comprar dos chicles. Con un par.

-Toma colega, ¿quieres uno?
-No, no me gustan los chicles -Y es verdad, no me gustan.
-Ya, seguro que tu prefieres un FLAX!
-Toma el euro. ¿Tendrás suficiente?
-Sí, sí, de sobra. Gracias tío. ¡Venga, nos vemos!

Y sale corriendo como si me acabase de atracar. ¡Y no lo ha hecho, el hijo de puta! Ha sido perfectamente educado, me ha pedido un euro amable y honestamente sin intimidarme ni amenazarme, sin subterfugios sobre en qué se lo iba a gastar (aunque tampoco tenía por qué darme explicaciones) yo se lo he dado voluntariamente, no me ha arrebatado por la fuerza más dinero del que me ha pedido, me ha dado las gracias y se ha pirado sin más. Lo único que esta situación ha tenido de atraco han sido su protagonista: un jincho que ya tiene tan interiorizado este protocolo que no le hace falta atracar para atracar. Tan consciente de lo repulsiva que es su presencia que la utiliza para que le des dinero a cambio de librarte de él. Qué puto genio. Qué dominio de la psicología. Si no se le cayeran los dientes yo le contrataría como alto directivo para cerrar tratos multimillonarios. Vale tío, quédate con Endesa y Goldman&Sachs, pero lárgate de aquí, pordios.

Sinceramente, le di el euro porque, entre otras cosas, se lo había ganado.

5 commentaires:

O de cobrador del frac: El yonqui cobrador, una nueva iniciativa de reinserción social. Y funcionaría que te cagas.

Qué pobrecico, le tenías que haber aceptado el chicle, te estaba compensando.
Y te cuenta lo de su padre...
Qué cerveza, yonki de mi corazón, toma cinco euros y te tomas un gintonic. Por educao y transparente.

Qué miedito...

joder que bueno.
tenemos que tener charleta yonkis about. creemé da para mucho. cuando trabajas 2 años con ellos cambia la visión.

primera regla del club de la hucha. los yonksi se quedan sin argumentos si tu respuesta es de un enajenado. (les grito cosas sin sentido o les doy un abrazo) (a veces las dos cosas a la vez)

segunda regla tienen muchas menos ganas de problemas que tu porque elloas tienen antecedentes....todos...todos.

tercera regla. los 80 pasaron. ya nadie tiene mono nunca. mitad porque hay pasta mitad dona (metadona) (metanoia) (basta).

Hace poco, una señora sin techo me pidió un algo para comer.Le dí un euro y luego me pidió un billete, le dije que no tenía y me pidió ¡un besito!,se lo di y me quedé hecha polvo. La esquizofrenia es lo que tiene, te hipersensibiliza y te quita los filtros, seguro que por eso están tan empeñados en medicarnos, para que seamos normales.