16/5/11

la habitación interior

Tengo una habitación en mi interior. Una celda casi, con una ventana diminuta que da a un sombrio patio de luces. Es un cuartucho barato con una cama vieja de noventa, un escritorio minúsculo y un armario desvencijado que mis caseros estuvieron a punto de tirar, hasta que decidieron amueblar este piso y alquilarlo. En este cuarto guardo la ropa imprescindible (me deshice de toda la que no me ponía en la última mudanza), un par de tomos de Chris Ware y Daniel Clowes que aún no he leído (el resto de mi biblioteca está en casa de mis padres, no podía seguir cargando con ella), un ordenador que me acabo de tener que comprar, la guitarra y los discos de vinilo, que escucharé cuando compre un tocadiscos. Nada más. No guardo fotos, ni muebles, ni objetos con valor sentimental, ni cajas con cosas de mis ex, ni un tercer juego de sábanas y de toallas, ni productos de afeitado que nunca uso, ni apuntes de cursos pasados, ni otro tipo de trastos inútiles que dificulten los traslados.

Este cuarto está en algún lugar del Paseo Zorrilla, donde abundan los alquileres de habitaciones con derecho a cocina, o cerca de la Plaza Circular, poblada de universitarios que vienen de fuera. Apenas paso unas horas al día para dormir en esta habitación, la mayor parte del tiempo estoy fuera trabajando, tocando, estudiando o haciendo un ejercicio regular que ahora hago de forma intermitente. Pero con eso basta. Es una estancia en la que no puedo organizar una cena para los amigos, por ejemplo, ni muy adecuada para llevarme a un ligue que me quiera hacer. No me importa. Este lugar es mi cubil. Mi Shangri-La. Es un espacio exclusivamente para mí, un reducto donde, en mi poco tiempo libre, me recojo a leer o a pasar el tiempo con cualquier otra cosa que no cueste dinero, mientras ahí fuera siguen cayendo bombas. Un lugar donde vivir una vida espartana que, extrañamente, a veces echo de menos.

Hace poco he estado a punto de mudarme a esa habitación que ahora sólo existe en mi interior. Afortunadamente La Niña Fatal y yo resolvimos nuestras diferencias con sinceridad y decidimos darle un nuevo plazo a nuestra vida en común, en la que sí tenemos algunas cosas que perder.

Pero sigo guardando esa habitación dentro de mí. Por si algún día me hiciera falta.

5 commentaires:

Y va la tía además y me arregla el código fuente del texto de esta entrada. Tócate los cojones.

laniñafatal dijo...
18 de mayo de 2011, 9:38
 

Y eso sin tener ni idea de código...

honest and inspiring. bravo!

Os queremos mucho a los dos, así que cuidaros!!

no haga cosas locas sr. vaderetro, si esta en camino de conocer a sus propios hijos en un futuro proximo!