Vuelve a casa por San Juan
Si os he tenido abandonados tanto tiempo es por una buena razón : Marion y yo hemos estado en España. Y como ahora este (vuestro) país es un bien preciadísimo que me llega con cuentagotas, he querido exprimirlo a fondo y vivirlo intensamente, sin interrupción, sin el hacer balance que supone sentarse a escribir una entrada. Pero ya estoy de vuelta.
La vida en Lille transcurre prácticamente tranquila, sin sobresaltos, pero sin intensidad. A los españoles nos falta algo aquí. Nos aburrimos, incluso los que no somos muy dados a los grandes excesos. Así que volver a Valladolid en San Juan era el puto delirio. Al final ha sido mucho mejor que una bacanal desaforada (que también): ha sido una sucesión de momentos sencillos, pero tremendamente intensos. Si alguna vez habéis sentido una especie de hipnosis mística con una luz sugerente, un trago excepcional o una melodía inesperada, conduciendo a las cuatro de la mañana en mitad de la nada ("es como viajar por el espacio", diría Nancho Novo), tomando el sol en una azotea mientras escucháis el barullo que hay unos metros más abajo, mirando por la ventanilla de un avión… sabréis a lo que me refiero cuando os digo que este regreso a España ha estado plagado de epifanías. Claro, también ha sido una ocasión para ver a los amigos : Teresa, Jal, los Stromboli, Hermo, los Arizona (que, por cierto, han ganado el Norterock), Isra de los 6eiscafés … incluso a Pablo, que el resto del año vive a 30 Km de aquí y a Ana, su chica, que también es profe de español en Francia.
Ver este país con los ojos del extranjero que ya empiezo a sentirme ha ayudado mucho a apreciarlo más. Y al pensar en lo dura que iba a ser la vuelta, decidí hacer del ritual pagano de purificación que supone la hogera una nueva oportunidad para Lille. Porque he sido injusto con esta ciudad. He venido aquí como el que viene a la guerra, a sufrir para hacerme con el botín de un futuro brillante. Y será mejor que empiece a acostumbrarme al hecho de que éste va a ser mi hogar durante un tiempo, y no una trinchera. Así que tiré al fuego un flyer que me dieron el día que llegué a Lille (anunciando un concierto de unos tal Valentine’s Day), y salté sobre las llamas.
La vida en Lille transcurre prácticamente tranquila, sin sobresaltos, pero sin intensidad. A los españoles nos falta algo aquí. Nos aburrimos, incluso los que no somos muy dados a los grandes excesos. Así que volver a Valladolid en San Juan era el puto delirio. Al final ha sido mucho mejor que una bacanal desaforada (que también): ha sido una sucesión de momentos sencillos, pero tremendamente intensos. Si alguna vez habéis sentido una especie de hipnosis mística con una luz sugerente, un trago excepcional o una melodía inesperada, conduciendo a las cuatro de la mañana en mitad de la nada ("es como viajar por el espacio", diría Nancho Novo), tomando el sol en una azotea mientras escucháis el barullo que hay unos metros más abajo, mirando por la ventanilla de un avión… sabréis a lo que me refiero cuando os digo que este regreso a España ha estado plagado de epifanías. Claro, también ha sido una ocasión para ver a los amigos : Teresa, Jal, los Stromboli, Hermo, los Arizona (que, por cierto, han ganado el Norterock), Isra de los 6eiscafés … incluso a Pablo, que el resto del año vive a 30 Km de aquí y a Ana, su chica, que también es profe de español en Francia.
Ver este país con los ojos del extranjero que ya empiezo a sentirme ha ayudado mucho a apreciarlo más. Y al pensar en lo dura que iba a ser la vuelta, decidí hacer del ritual pagano de purificación que supone la hogera una nueva oportunidad para Lille. Porque he sido injusto con esta ciudad. He venido aquí como el que viene a la guerra, a sufrir para hacerme con el botín de un futuro brillante. Y será mejor que empiece a acostumbrarme al hecho de que éste va a ser mi hogar durante un tiempo, y no una trinchera. Así que tiré al fuego un flyer que me dieron el día que llegué a Lille (anunciando un concierto de unos tal Valentine’s Day), y salté sobre las llamas.
Bueno, antes de volvernos también sellamos una primitiva, que nunca se sabe.
6 commentaires:
27 de junio de 2007, 21:32
me acabo de dar cuenta de que vives en "lil". Que curiosio, mi prima, asturiana a la sazón se casó con un gendarme francés y vive allí con sus dos hijos que tienen nombres que valen en español y francés: valentín y nicolás.
iré algun dia.
saludos
28 de junio de 2007, 5:14
Con lo bien que vivimos aquí...
A mí me costaría abandonar España más allá de un corto periodo de tiempo.
28 de junio de 2007, 19:06
Más allá de que se viva bien o mal...Creo que eso no es verdad, que en España se vive bastante mal, en comparación con otros lugares, pero es lo que tenemos porque somos de esta tierra. La cuestión es que luego cada uno se hace su rinconcito, su nido, su madriguera, que de eso sabemos muchísimo; y ahí cada cual valora sus cosillas y se hace su paraíso. Somos, en general, muy nostálgicos, porque somos todos de mamá, como cultura, quiero decir. Desde pequeños estamos en las faldas o en los pantalones de papi y mami y no salimos de ahí, por unas o por otras hasta entrados los treinta, así que cuando nos falta ese choricillo o esos filetitos con patatas nos ponemos desesperados. Pera ésta es una morriña de la infancia, que es ahí donde se vive de verdad, porque es a lo que más íntimamente estamos acostubrados. es una cuestión de costumbre: si esa infancia la desplegamos hasta los treinta, cómo no la vamos echar de menos después. Porque el resto es un puteo, un sacarse las castañas del fuego, lavarse uno mismo los calzoncillos, aprender a hacer un cocido que jamás llegará a la altura del de mami, tener que trabajar cuando antes te daban la paga gratis...Tal vez, lo único bueno sea la compañía del amante, si hay.
Para mí la tierra está en las personas, los amigos (incluida familia de verdad), y el hecho de vivir bien o no en un lugar viene determinado por ellos, por la relación que se tenga con ellos. Echar de menos es algo normal y natural, es una búqueda del mirar, de lo que ya no está, como dicen los alemanes. Pero no hay que dar el paso de empezar a echar pestes contra el que tenemos al lado sólo porque no recuperamos esa infancia pasada...Me alegro de que quemaras el flyer y de que saltaras la hoguera. ¡Qué bien se vive donde hay amigos!
Por cierto, te escribo, porque tengo ofretas de trabajo para Marion en Vallata...
Besos
29 de junio de 2007, 13:43
Algo me dijo Jal de lo de Marion. Te mando un email.
Por lo demàs, estoy de acuerdo contigo a medias, pero por lo que dices pienso que o estàs realmente a gusto en Berlin, o sigues echando pestes de los vicios españoles (que nos conocemooooos!) Està claro que en todos sitios cuecen habas (que buenas, unas habas ahora, mmmmm).
30 de junio de 2007, 4:30
Ey!! yo todavía ando de juergas por eso no escribo demasiao... (que en León en San Juan y San Pedro fiestas) pero a ver si te echas un vistazo por
http://lacomunidad.elpais.com/aliciaenelpaisdelaspesadillas/posts
que es donde tengo el nuevo blog. Ando deshaciendo las maletas ahí (llevando lo que más me ha gustado del antiguo blog y con alguna cosilla nueva)
Y con este tema.. bueno, creo que uno no es de donde nace sino de donde pace, y aunque se eche de menos la tierra de la infancia y demás allí donde esté tu hogar es donde está tu patria no? y eso no entiende de fronteras...
bueno que me pongo sentimental, jaja cuidate
besos desde el otro lado
2 de julio de 2007, 3:29
Anoto la nueva direccion. Mando un beso al otro lado, a ver si llega.
Bueno, por increible que parezca, actualizo!
Saludos a todos los que aùn os pasàis por aqui.
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